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La violencia de género

20 de Enero del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

Sacan una ley necesaria a todas luces, llevamos más de 10 años con ella, todos ven que no sólo no sirve, sino que aumentan las muertes, denuncias y maltratos. ¿Para qué sirven las denuncias? En algunos casos pudiera aclarar situaciones, pero en otros se da el caso contrario, que alguien use esa plataforma para aprovecharla para sus odios, intereses o para que la maldad, que no es propiedad intrínseca de nadie, salga a relucir con amparo de ley, con lo cual hemos hecho un pan con unas hostias.

Todos temen hablar de este tema. Lo comprendo, todos los días amanecemos con noticias que dan para escandalizarse y no saber qué decir. Los hombres, porque serán tratados de machistas; las mujeres, porque, a pesar de sabedoras de la inoperancia de esta ley, les sigue pareciendo fantástica porque tal parece que las protege, aunque veamos por los resultados que no: tienen un teléfono a su disposición, que tal así da para pensar también que es una buena manera de disponer de un medio de denuncia rápido por si su pareja se volviera tarumba. Pero también, y hay que decirlo (aquí está lo farragoso), sabedores de que discrimina al hombre: una sola llamada y el señor estará entre rejas sin más pruebas que la palabra de a quien la ley le otorga la bondad suprema en este apartado. Quede por delante (porque sé con quién me juego el cocido) que estoy en contra de todo maltrato, de toda violencia física y sicológica y quiero que la justicia caiga sin duelo contra todos los que la usen y abusen, sea dentro o fuera del hogar, contra mujeres u hombres aprovechando su debilidad física o mental.

Sabemos que muchas muertes fueron después de denunciar, otras después de que el juez decretara alejamiento entre ambos. ¿Para qué sirve todo eso? Un engaño más, que nos creemos, para quedar bien con nuestra propia conciencia. Si se quiere proteger a alguien de verdad, además de penalizar probatoriamente al maltratador, hay que darle a la víctima protección y medios de vida, si carece de ellos.

Todos, incluida la mujer, tenemos la capacidad de dañar mucho, no hablo de inventarse mentiras, insultos y escándalos, que también. Son muy dañinas las amenazas y coacciones con dejar sin hijos, casa y bienes, y luego de estar en la calle con su maleta, un juez le condena a ser benefactor de quien le tiró en la cuneta como un rastrojo, con pago de préstamos, hipotecas y dinero que luego no le da para vivir por sí mismo.

Estirar demasiado el reparto de la miseria puede desencadenar reacciones inverosímiles entre seres racionales. No se puede arrinconar y acorralar a nadie hasta extremos de no ver salida a su situación (esto lo saben todos, jueces, fiscales, gobiernos y el perro callejero, pero prefieren mirar de reojo). Si quieren proteger a la mujer o a cualquier víctima, además de un número de teléfono, que sepan que tendrán protección a todos los niveles, y medio de subsistencia. Una ley con presupuesto en condiciones. Pasa como con la ley de dependencia: la sacan y luego no hay medios para aplicarla. Un engaño más.

Creo que la educación es esencial desde la niñez, pero, ¿cómo van a tomar medidas de este tipo, si los políticos sólo saben discutir del poder, prebendas y sus cargos? Son incapaces de ponerse las pilas y currarse un acuerdo por unanimidad, por una ley de educación en condiciones.

No hay duda de que el machismo está impregnado todavía en nuestra sociedad y que el débil debe ser protegido de los energúmenos, pero entre gente que se amó, que decían que se amaban hasta el día anterior, algo más hay que responder para darle salida a esta masacre de violencia incomprensible. Entre el amor y el odio, la distancia muchas veces se acorta por personas del entorno que lo embrollan todo: abogados con intereses, vecinos, amigos y familiares. Moraleja: aconsejar en disputas ajenas o dejarse aconsejar por extraños sin ser profesionales del ramo que nos ocupa casi siempre empeora y dificulta las salidas a las situaciones, por que no disponen de datos consistentes para saber quién tiene culpa, si los dos la tienen o ninguno de ellos. Sin mezclarlo, a quien pide ayuda hay que dársela de inmediato.

La violencia de género es un drama sin resolver, no ajeno a la violencia que se ejerce desde las instituciones donde dejan abandonadas a familias sin recursos, donde se permiten sueldos de miseria que no dan para vivir, mientras nuestros políticos (todos) se reparten sueldos y cargos muy bien remunerados de por vida; se protege a los bancos y al oligopolio de las eléctricas permitiendo desahucios, preferentes y miles de familias que no pueden alumbrar su vivienda, encender la calefacción y ni siquiera comer caliente por no poder pagar el abusivo coste de la electricidad, mientras esas eléctricas se reparten mejores beneficios.

¡Éste es el germen de toda violencia! Pero tal parece que esta violencia ejercida y permitida desde el poder institucional no es violencia y no tiene nada que ver en el resto de violencias. ¡Pues sí tiene que ver, y mucho!

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