... A cualquier precio
Se inaugura una nueva campaña de «exterminación» de la angula y me quedo alucinado al ver cómo los únicos 800 gramos que se «rularon» el primer día en Ribadesella fueron a parar a manos de un conocido hostelero de la zona que pagó por ellas a razón de 2.075 euros el kilo.
Tres razones esgrimía el comprador para justificar semejante precio:
La primera, por una cuestión publicitaria. No cabe duda que lo consiguió, pero a mí, que alguna vez comí en su restaurante, esta publicidad sólo me produce el deseo de no volver a hacerlo.
La segunda razón se refiere a un reconocimiento u homenaje a los sacrificados pescadores. Estoy de acuerdo, conozco alguno de estos pescadores y sí que se sacrifican, porque después de la jornada en su trabajo habitual acuden a la playa o a la ría para intentar sacar un sobresueldo.
La tercera razón (primera por orden de importancia diría yo) es el expreso deseo de un «indianu» de la localidad que quería comer las primeras angulas de la temporada «a cualquier precio».
Ahora yo me pregunto:
¿Por qué está prohibida la pesca de la anguila y no la de la angula?
¿Qué clase de dirigentes políticos tenemos y qué asesores tienen que para proteger a una especie con problemas prohíben matar a sus ejemplares adultos pero no a sus crías?
Me imagino que saben que las angulas son las crías de las anguilas.
¿Cómo encaja la pesca de la angula en la conocida campaña publicitaria «Pezqueñines, no»?
¿Qué más señales de alarma quieren que se prendan cuando las estadísticas cantan?
En no muchos años se pasó de pescar la angula por decenas de kilos a buscar en los cedazos como los buscadores de oro buscan en sus bateas. ¡800 gramos! ¿Por qué cuando la pesca escasea, todo el mundo habla de cormoranes, garzas, nutrias, contaminación o de la excesiva iluminación que hay en la playa de Ribadesella, y no escucho a nadie decir: ¡señores!, esto no es sostenible, o paramos o sea acaba?
Termino deseando que quien tenga competencia para ello, coja este toro por los cuernos y se decida de una vez a prohibir la pesca de la angula.
No soy ningún experto en biología, pero el sentido común me dice que cuando una especie tiene problemas, la regla número uno es no matar a sus crías. En este caso puede sonar a utopía porque siempre habrá políticos que miren hacia otro lado y también «indianos» dispuestos a comprar a cualquier precio.
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