Bravo por la sanidad pública asturiana
Todos hemos presenciado en alguna reunión de amigos cómo la sanidad pública, en general, y, en particular, el personal sanitario eran, una vez más, motivo de conversación y objeto de críticas tanto favorables como desfavorables. Afortunadamente para mí y para todos los contribuyentes, mi buena salud, hasta ese momento, me había impedido siempre participar activamente en tertulias de esta naturaleza.
Pero el pasado año, con motivo de mi embarazo, las visitas médicas pasaron a formar parte de mi rutina diaria. Regularmente, debía acudir a revisiones de embarazo, primero con mi matrona, en mi centro de salud, y, más tarde, al Hospital de Cabueñes. Digamos que, en ese momento, comenzó mi andadura como usuaria sanitaria.
Grosso modo, he de decir que estoy satisfecha con la atención recibida, si bien es cierto que, en más de una ocasión, he echado en falta un trato más humano en algunas consultas y explicaciones más detalladas a las dudas o cuestiones planteadas por mi parte.
Pese a ello, deseo romper una lanza a favor de este colectivo, tan denostado y criticado últimamente y que, al igual que el personal docente, sufre las consecuencias de recortes brutales que obligan a sus trabajadores a soportar mayor carga de trabajo con los mismos recursos materiales y personales (en el mejor de los casos...).
No quisiera finalizar mi escrito sin mostrar públicamente mi agradecimiento a cuantos me atendieron en los procesos de embarazo y parto, esto es, a las doctoras Lara Caballero, Beatriz Vijande, Montserrat Noriega..., así como a todo el personal de la planta segunda de Cabueñes (enfermería, auxiliares de enfermería, matronas, limpieza, administrativos, sala de monitores, sala de partos y quirófano), con mención especial para cuatro personas, quienes, además de grandes profesionales, siempre destacaron por su cercanía y su trato humano hacia mí:
1) Ramón Macía, mi médico de familia en el centro de salud de Montevil, por su amabilidad y buen hacer con todos sus pacientes.
2) Belén Vega, matrona hasta marzo de 2016 en Montevil, con quien aprendí muchas cosas en preparación al parto, excelente comunicadora y "espantamiedos" preparto.
3) Raquel Montes, facultativa del Hospital de Cabueñes, quien predijo con "muy buen ojo clínico" que tendría un parto rápido y bueno, "porque eres alta y estás muy ágil". Así fue, doctora, en apenas cuatro horas había acabado todo, ni tiempo hubo a poner la epidural. Incluso se interesó por el nombre que iba a llevar la criatura.
4) Paulina Martín Martínez, psiquiatra que ejerce en el centro de salud Perchera/Pumarín, por su capacidad de empatía y que me está tratando de una depresión posparto.
A todos ellos, gracias.
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