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El último emperador

25 de Enero del 2017 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Ocurre, que la segunda derivada de la función de la Historia se hace nula. La Historia tiene sus formas y realiza su función de deriva hacia el futuro igual que el universo. La Humanidad tiene también su función en la historia, aunque está por ver si tiene forma de recorrer el camino marcado por la libertad o si la perdemos dominados por infinidad de circunstancias que nos sobrepasan. El animal héroe realiza su esfuerzo, pero: ¿estamos dispuestos a defender al distinto y salir a la calle a dialogar con los otros para aprender y hacer posible que esa segunda derivada de la función de la Historia cambie de signo, o cambiamos de nombre a las calles creyendo cambiar el signo de los tiempos?

El sueño de la razón produce monstruos y en la evolución sexuada todos somos mutantes. Un nuevo presidente de EEUU hace aparición y no quiere diálogos: la sociedad liquida se desparrama por los suelos sin canales que la recojan. El espíritu de un sólido y congelado mundo imprime su mensaje: la liquidez de los mercados seguirá utilizando las demandas de los necesitados, y se seguirá apostando por los gladiadores en la arena virtual del parqué: aunque no se tenga interés alguno por el esclavo y sí por la apuesta y la estética de la sangre derramada en dividendos. Somos humanos en tiempos similares a los de la caída del imperio romano, cuando se le comunicó a cada provincia que se las apañase como pudiese. Entonces el imperio se dividió entre oriente y occidente, cada uno con sus legiones. Eran tiempos de pan y circo, ahora de móvil y wifi. Entonces los esclavos eran la fuerza laboral que enriquecía a las élites mientras los ciudadanos medios discutían sobre cuánto pan tendrían o las novedades del circo, ahora se discute sobre cuánto ocio se podrá comprar el ciudadano medio o sobre las últimas novedades en dispositivos para inmortalizarse en la nube. Entonces el imperio romano, habiendo llegado a sus límites, con la mano de obra esclava decreciendo y las legiones diezmadas, vio como su renta per cápita disminuía; ahora con los robots en plena actividad productiva y expansiva, con la OTAN en la encrucijada: el empleo desaparece y para la mayoría se hace difícil vivir, mientras para las élites es el momento de creerse inmortales. Entonces las hordas bárbaras estaban a las puertas; ahora vemos que la población del mundo, que era en 1966 de 3.368 millones: en Europa 630 millones y en EEUU 198, se actualiza a enero de 2017 en 7.515 millones para el mundo (223 % y creciendo): en Europa 739 millones (117% y estabilizando) y en EEUU 326 (194% y creciendo). Si se hace una analogía con el agua, Europa, por debajo del nivel freático, tendría que hacer como Holanda: dar cabida al problema en regadíos antes de que el agua lo anegue todo. Entonces un emperador duraba la vida y hubieron de pasar siglos hasta que el Papa León III, interesado en unir feudos, coronase emperador a Carlomagno; ahora a los señores feudales del mercado financiero mundial no les interesa que exista emperador alguno, a no ser que sea un consentido favorable a sus feudos. Obama se lo dijo a Merkel: «no es austeridad» sino función pública, pero Merkel defendía su feudo. Entonces fue Rómulo Augusto quien cayo ante el germano Odoacro; ahora... ¿Será Obama el último emperador? ¿Acabará siendo Europa el imperio de oriente? Entonces, tiempo después, se colonizó América; ahora, cambiando de signo la segunda derivada de la Historia... ¿Colonizaremos cibernéticamente Marte con avatares, quedando la Tierra como Santuario?

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