Don Fray Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo
En su fugaz visita a la archidiócesis de Oviedo, para la que ha sido preconizado el nuevo arzobispo de Oviedo, don Fray Jesús Sanz Montes, según apareció en LA NUEVA ESPAÑA, alguien le hizo la pregunta de si podría llamársele por su nombre de religión o de profesión religiosa y el nuevo señor Arzobispo mencionó que no le disgustaría ser denominado Fray Jesús, realzando su condición de franciscano. De acuerdo con esa preferencia, habría que buscar precedentes de religiosos que regentaron la diócesis de Oviedo. El último de ellos fue el obispo Martínez Vigil, quien oficialmente tenía el siguiente tratamiento: Excmo. y Rvdmo. Sr. Don Fray Ramón Martínez Vigil, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Oviedo y Conde de Noreña. Don Fray Ramón fue obispo de Oviedo desde 1884 a 1904.
Si al nuevo arzobispo le agrada que se ponga de relieve su condición de franciscano, lo normal, puesto que ningún óbice existe en contrario, será que se emplee para su tratamiento el de Excmo. y Rvdmo. Sr. Don Fray Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo. Que haya tenido el arzobispo de Oviedo el título tradicional de Conde de Noreña es puntualización que no quisiera dejar pasar sin dedicarle un «excursus», recordando que el título de Conde de Noreña fue otorgado por el rey don Juan I, en fecha de 20 de septiembre de 1383, al obispo de Oviedo en la persona de don Gutierre de Toledo, siendo ostentado desde entonces por los sucesores en la sede ovetense hasta los tiempos de don Vicente Enrique y Tarancón.
Una vez vindicado el título para nuestro arzobispo preconizado o electo de «Don Fray Jesús», me es grato echar una mirada hacia atrás para revisar los pontificados ovetenses desempeñados por religiosos de diversas órdenes, ofreciéndosenos el siguiente panorama:
- Cuatro han sido los Benedictinos: don Arias, abad de Corias (1073-1091); don Pedro Peláez, abad de San Vicente (1156-1161); don Rodrigo, también abad de San Vicente (1175-1188) y don Plácido de Tosantos (1622-1623).
- Tres han pertenecido a la Orden Dominicana: don Fray Francisco de la Cueva (1612-1615); don Fray Tomás de Reluz (1697-1706) y el arriba aludido don Fray Ramón Martínez Vigil (1884-1904).
- Cinco han pertenecido a la Orden de San Francisco, y a ellos, como precedentes franciscanos de don Fray Jesús, voy a referirme vinculándolos a algunas de sus acciones más destacadas en la sede ovetense.
a) Don Fray Fernando Álvarez (1293-1295). Perteneciendo a la orden franciscana, se hallaba en Roma al ser elegido para obispo de nuestra diócesis, y allí murió al poco tiempo sin haber llegado a tomar posesión de su sede. Ocupa el número 37 del episcopologio ovetense.
Subtítulo: Mirada hacia atrás para revisar los pontificados ovetenses desempeñados por religiosos de diversas órdenes
Destacado: El título de Conde de Noreña fue otorgado por el rey don Juan I, en fecha de 20 de septiembre de 1383, al obispo de Oviedo en la persona de don Gutierre de Toledo, siendo ostentado desde entonces por los sucesores en la sede ovetense hasta los tiempos de Vicente Enrique y Tarancón
b) Don Fray Alonso de Palenzuela (1470-1485). Ocupa el número 56 del episcopologio. Había sido anteriormente obispo de Ciudad Rodrigo y embajador de la Corte de los Reyes Católicos en Inglaterra. Distinguido por su piedad, fue confesor de doña Isabel y de don Fernando. Fruto de la devoción que tenía a Nuestra Señora fue la manda pía que dejó a favor de la Catedral para que los sábados por la tarde se cantara una salve ante el altar de Nuestra Señora de la Luz; más tarde, en el trascoro catedralicio. En su tiempo se terminó la construcción del crucero de la Catedral, que había sido iniciado por el obispo don Diego Ramírez de Guzmán. Una cruz en el suelo del crucero es la señal de su sepultura en el mismo. Sobre él ha escrito una hermosa biografía el obispo auxiliar don Raúl Berzosa, coterráneo del ilustre prelado ovetense.
c) Don Fray Francisco de Orantes y Villena (1581 a 1584): Ocupa el número 71 del episcopologio ovetense. Había sido provincial de la orden franciscana y confesor de don Juan de Austria. Fue vicario general para las tropas españolas de los tercios de Flandes y consultor del Santo Oficio. Asistió al Concilio de Trento y escribió un alegato contra los errores de Calvino. Fue enterrado en la capilla mayor de la Catedral, donde despareció su lápida funeraria, como la de otros muchos, al disponerse el nuevo solado en tiempos del obispo Ceruelo de la Fuente.
d) Don Fray Alonso de Salizanes (1669-1676). Es el número 87 en nuestro episcopologio. Al ser nombrado para la sede ovetense desempeñaba el cargo de ministro general de su orden franciscana en Portugal, y desde Lisboa nombró vicario general que se encargara del gobierno de la diócesis. Celebró un sínodo diocesano y fue trasladado a Córdoba, desde donde mantuvo abundante correspondencia con el Señor de la Cassa de Tellego, don Juan del Río Montaña, por 1679, en que le habla de envío de reliquias. Aunque entre las reliquias no se haga mención de ella, entre las entregadas figura una que se describe como «Santo Sudario de Oviedo, con que estaba envuelto nuestro Señor», consistente en un trocito de tela asedada de unos tres centímetros cuadrados, noticia que ya he trasmitido, junto con Andrés Martínez Vega, en «Reliquias y relicarios en la archidiócesis de Oviedo» («Memoria Ecclesiae», XXV, 2004, página 515). Fue en su pontificado cuando el cabildo concordó con el Ayuntamiento los extremos para la celebración de la fiesta de Santa Eulalia, acordando que el Consistorio municipal asistiría a la fiesta en Corporación, tradición aún conservada.
e) Don Fray Simón García Pedrejón (1682-1697). Ocupa en el episcopologio ovetense el número 89. Tiene en su haber el haber construido la capilla de Santa Eulalia de Mérida para Santuario de la Santa Patrona de la Diócesis, al mismo tiempo que con finalidad funeraria para dar reposo a los restos mortales de su persona.
En estos cinco nombres de Prelados ovetenses se concreta el franciscanismo vivido en la diócesis de Oviedo, como antecedentes franciscanos de Don Fray Jesús Sanz Montes, que acaba de ser nombrado para continuar marcando huellas de franciscanismo en una Asturias que, después de contar en su haber el paso en peregrinación hacia Santiago de Compostela del propio Poverello d’Assisi, conoció el convento de Franciscanos en el Palacio de la Diputación, con su huerta o «campo de San Francisco», que albergó una comunidad de Santa Clara, en el ámbito de la hoy delegación de Hacienda. Conventos también tuvo la orden franciscana en el de San Juan de Capistrano, para los frailes franciscanos en Villaviciosa, con destino a las misiones de la Patagonia, y para las hijas de Santa Clara, también con larga tradición y arraigo en la antigua Puebla de Maliayo.
No es posible dejar de mencionar a los Franciscanos en Avilés, que administraban la manda pía obligatoria a favor de la Casa Santa de Jerusalén, todavía hoy presentes en la villa del Adelantado. Franciscanos también fueron los continuadores del franciscanismo en Asturias a través del convento de San Francisco de Tineo. Presencia también larga en Asturias tuvieron los Capuchinos en Gijón y numerosos son los rastros del franciscanismo en la Venerable Orden Tercera de San Francisco, con presencia en numerosos lugares de nuestra archidiócesis.
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