Santiago del alma
No voy a hablarles de un hombre llamado Santiago, no. Es mucho más que una persona. Se trata de Santiago de Compostela. Ciudad de arte, historia y cosmopolitismo. Yo, a pesar de no residir en ella desde hace más de 20 años, he notado que mi gente santiaguesa, la que quiero y admiro profundamente, no me ha fallado en una cita pública (la segunda, tras la de A Coruña) con mi libro: Creaciones mínimas. La preciosa librería Cronopios se llenó y, enseguida, los tres que intervinimos en la Presentación (mis queridos Maite Sanmarco y Jesús Garabato me acompañaron) nos sentimos cómodos ante un auditorio que desprendía cariño.
El sábado 28 llovió. Hacía mucho que no sucedía en la ciudad, me cuentan. Quizás quería el cielo que reviviese, en la corta visita a mi Santiago del alma, aquellos años de estudiante, en los que llovía mucho, muchísimo, tanto que no había forma de quitarnos la humedad del cuerpo. ¿Será el cambio climático? No lo sé. Sólo puedo decir que me gustó sentir la lluvia de Santiago sobre mí ¡por algo allí es arte!
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