Dos caballeros del tenis
Nadal y Federer: tanto monta, monta tanto.
El pasado domingo hemos tenido la suerte de ver un partido de tenis de los llamados históricos. Hubo lucha, tensión, entrega y calidad de juego por ambos tenistas. Pero sobre todo es de destacar algo más allá del mero partido, y fue el gran ejemplo que han dado estos deportistas de sus valores y exquisita corrección. El resultado de la final del domingo en Melbourne era lo de menos y así, una vez más, nos lo han querido demostrar.
Tanto Nadal como Federer son más que dos tenistas y despiertan enorme simpatía y entusiasmo dondequiera que se enfrentan. Ambos demuestran caballerosidad, entrega y respeto recíproco hacia todo lo que rodea el tenis. Sabido es que Roger es la facilidad, la clase, y podríamos decir que Rafa es la garra, la fuerza, la explosividad. Dos estilos diferentes pero con mucha brillantez en ambos casos.
Volviendo al partido de Australia, debemos añadir que no es nada fácil perder esa final y aguantar el tipo, de hecho la cara de Rafa Nadal a su término lo decía todo, era un verdadero poema. Pero, sin embargo, cuando comenzó su discurso más se fue soltando de la enorme calidad que tiene como deportista, y sobre todo como persona. Asumió que Roger Federer jugó mejor y mereció la victoria, aunque a veces fuera por pequeños detalles.
Por su parte Roger dijo una frase que deja claro que el mejor tenista del mundo y de la historia, refiriéndose a Nadal, que es también una de las personas más ejemplares que existen. El suizo, exquisito igualmente en las palabras, añadió que "ojalá hubiese empates en el tenis pues sería un honor compartir el trofeo contigo, Rafa. Tú también merecías ser campeón de este torneo".
Cuando vemos este tipo de ejemplos, no podemos menos que emocionarnos ante momentos donde en otras disciplinas los valores sociales se resquebrajan continuamente. Estos dos astros, fenómenos deportivos y extradeportivos, merecen ser los embajadores de una cultura de valores basada en el respeto, el saber estar y la empatía.
Indudablemente, por el ejemplo, ha sido uno de los domingos con mejor aprendizaje deportivo de los últimos tiempos. Solo puedo terminar estas líneas diciendo gracias por la humanidad, la deportividad y la grandeza del espectáculo que nos han proporcionado estos dos monstruos del tenis.
Fraternalmente, gracias, diciendo gracias por la humanidad, por la grandeza del espectáculo
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