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Después de mí, el diluvio

6 de Febrero del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

Leemos asiduamente cómo desde el FMI abogan, sobretodo su presidenta, por la contención salarial ¿se imaginan cuando cobra la Christine Lagarde que preside este organismo? Más de 350.000 euros/ año. Pero no queda ahí, tiene otras mamandurrias: No tiene necesidad de declarar a la hacienda de ningún País. Añadan además 65.000 euros al año para gastos personales. Y si todo les parece mucho, además una pensión de por vida en el entorno del 60% cobrado, que varía según el tiempo en cargo. Pues, esta Señora marca pautas constantemente por bien de la economía global, que consiste esencialmente que los trabajadores ganen cada vez menos ¡Increíble, pero cierto! Tenemos que ser pazguatos de nacimiento, para consentir todo esto, que desde sueldos enormes exijan para los demás, la pobreza asumida.

Otro que da lecciones constantemente es el presidente del círculo de empresarios, sus mensajes son, ajustes siempre a los mismos: bajar salarios, pensiones y salario mínimo; que tenemos que acostumbrarnos a una vida más incierta sin sueldos fijos; al mismo tiempo que él cobra un sueldo descomunal. ¿No se dan cuenta? Solo ellos pueden y deben vivir con comodidad, el resto que sean sus esclavos y sirvientes. Al mismo tiempo que un salario mínimo de 700 euros le parece un peligro para la economía, dice en nuestras narices que los 78.000 euros de Rajoy con todas sus prebendas, incluidos sobresueldos de partido negros y colorados, es muy poco. ¡Nos tratan como a imbéciles, estos caras duras!

Lo curioso de estos personajes, es que predicen plagas económicas para futuras generaciones, haciendo responsables a los trabajadores y pensionistas de que tienen que seguir siendo pobres, pero más. ¡Eso sí! de sus privilegios, no dicen nada. Pagarles a ellos cantidades astronómicas no perjudica a nadie; pero que ningún País pague más de 1.000 euros de salario o pensión media; ya que eso sería una hecatombe.

Lo que nos lleva hacer peligrar nuestro sistema de bienestar, es que los dirigentes políticos en vez de velar por él, lo convirtieron en su bienestar personal, dejándose asesorar por estos desalmados, que usan su influencia para beneficio y disfrute suyo, en vez de romperse la cabeza en mejorar la vida de todos, en especial la de los más vulnerables.

Esta élite que mantenemos, son personajillos que se benefician de la manipulación mental, de someter a la masa con miedos, teorías agoreras que no llevan aparejado nada que remedie el funcionamiento del sistema y sus estructuras, salvo en todo lo relacionado con su propio beneficio.

A estos señores agoreros y bien remunerados, podríamos aplicarle la frase de Luis de Francia: Después de mí, el Diluvio. Mientras ellos estén, para ellos hay de sobra, pero fuera de ellos, nadie puede cobrar ni media pensión porque peligra la estabilidad del planeta. ¡Bobos, no! Lo otro, somos. Si existe para ellos, porqué les permitimos que desde la opulencia aboguen por la miseria general cómo medio de vida para los demás.

Mientras, nuestros políticos enfrascados todos en luchas de poder interno ¿Qué podemos esperar de ellos? Yo se lo digo: más de lo mismo. Por eso debemos espabilar y no dejarnos atemorizar por sinvergüenzas que solo miran su bien, sin importarles los sufrimientos de quienes esperaban de ellos soluciones a sus problemas: apoyo a encontrar un empleo digno; ayudas para pagar: hipoteca, calefacción, libros para sus hijos, arreglar dentadura y ponerse gafas para poder leer, etc. ¿Para qué se presentan a unas elecciones, si no es para solucionar todo esto?

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