Pedro Sánchez vuelve por la revancha
En las formaciones políticas, en ocasiones, ascienden al poder unos líderes endiosados de sí mismos y por lo general ampliamente autoritarios. Todo en el partido ha de girar en torno a ellos y continuamente se muestran como dotados de un carisma que los hace inmunes a las críticas públicas más severas.
Pedro Sánchez, que es a quien nos referirnos, es un claro ejemplo de ello, y es nuevamente candidato a la secretaría general del PSOE. A finales del 2014, siendo un desconocido para el gran público, se postuló por sorpresa para liderar el PSOE. Y lo hizo con la bandera de ser el representante de la moderación y el centrismo frente a la radicalidad izquierdista que se le adjudicaba a su rival Eduardo Madina. Repasar las crónicas de entonces --yo lo he hecho--, es comprobar como Sánchez aceptaba de buen grado las definiciones unánimes de la prensa. Ni en su hasta entonces comedida carrera política ni en su campaña para aquellas primarias se escuchó nunca nada parecido a lo que luego defendió y dejó grabado en vídeo en una entrevista con Jordi Évole: el acercamiento a un partido radical como Podemos, que reniega de la Constitución de 1978, y los acuerdos con formaciones independentistas que quieren romper España. Más bien, todo lo contrario. Según el presidente de la Gestora, Javier Fernández, el PSOE de Pedro Sánchez se estaba "podemizando".
Pues bien, todavía no nos habíamos recuperado del Sánchez como secretario general en primera convocatoria, cuando de nuevo vuelve a la carga. Por supuesto, que proclame a los cuatro vientos su vuelta no quiere decir que acabe siendo el prior de los socialistas. Está claro que cualquier militante puede presentar su candidatura a la secretaría general, pero cuando se da ese paso es obvio que ha de ser motivado fundamentalmente por el bien del propio partido. Un bien que se ha de concretar en refinada ideología y que no puede ser más de lo mismo.
La resurrección de Sánchez pone sobre la mesa, a nuestro juicio, una revolución que afectará a la composición del mapa de la izquierda. Pero, me temo, que antes habrá que pasar una penitencia: perder las siguientes elecciones aunque el PSOE se mantenga unido. Y, si obligan a Mariano Rajoy a adelantar las urnas, puede ser una debacle mucho peor.
Resulta indignante que Pedro Sánchez en lugar de dar un paso atrás para permitir que su partido salga del pozo en el que él lo enterró, pretenda sobrevivir presentándose como abanderado de unas ideas en las que cualquiera que conozca su pasado sabe que no cree.
Para finalizar, a buen entendedor... ; ya lo dejó bien escrito Oscar Wilde: "la ambición es el último refugio del fracaso".
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