Tsunamis

8 de Febrero del 2017 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

Hay tres azotes de la naturaleza que producen efectos devastadores cuando se ponen en marcha: erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis. De ello la pérdidas de miles de vidas humanas, es lo más doloroso por irreparables.

Nací en tierra de volcanes, y estando en el vientre de mi madre, a punto de nacer cuando se produjo el terremoto de la ciudad de Ambato (Ecuador) uno de los más devastadores de Sudamérica (5.050muertos). Por ello. siempre he tenido una especial sensibilidad con estos fenómenos hasta que surgió el tsunami del año 2004, que arrasó gran parte de los países bañados por el Índico, con un balance escalofriante de más de 200.000 muertos.

Por aquellas fechas, mi hija Raquel se encontraba en las islas Maldivas (Sur de la India) en una diminuta isla, como responsable de uno de los resort de turismo de lujo. El azar, la suerte, el destino...vaya usted a saber lo que hizo que ésta diminuta isla, se salvara del tsunami, mientras a poca distancia, otras fueran devoradas por la furia del mar. De los momentos más angustiosos de mi vida, éste fue, sin ningún género de dudas, el que más me marcó. Durante 48 horas no tuve ningún conocimiento de mi hija, hasta que escuché su voz al otro lado del teléfono. Años después cuando el director de cine Juan Antonio Bayona llevó a la pantalla ésta tragedia con la película "Lo Imposible" basada en hechos reales, vi la película con mucho nerviosismo y algo de pánico en mi interior.

Le pedí a mi hija que volviera a España o Irlanda, después de aquella tragedia y me contestó que no lo haría porque era en esos momentos cuando había que quedarse para ayudar a sacar adelante la economía del país. Esa sería su contribución.

Tiempo después cuando se normalizaron los vuelos a Male (capital de Maldivas) viajé a verla. Suelo tener la buena costumbre de observar y de preguntar allí donde voy. No me dejé deslumbrar por el lujo paradisíaco del resort (si por la impresionante y riquísima reserva de corales) lo que a su vez generó un intenso y rico debate con mi hija, el clasismo (rayando la esclavitud) entre los trabajadores europeos, responsables de la dirección y servicios del resort y el resto de trabajadores procedentes en su mayoría del sur de India era ajeno a mi cultura y compromiso social. Tomé la costumbre de ir a comer con ellos en sus barracones y conocerlos un poco más.

Volví unos días después a España, con la satisfacción de haber encontrado bien a mi hija y de respetar su decisión de quedarse.

Meses más tarde por teléfono, ella me relató que estaba preocupada por lo que había descubierto. Su empresa, la que gestionaba varios resort de lujo, formaba parte de una red de explotación sexual de menores. Este aborrecible descubrimiento ella quería denunciarlo a las autoridades y me llamaba para recabar mi opinión. Por supuesto que mi respuesta fue inmediata y rotunda: "toma un avión y vuelve, no sabes a lo que te vas a enfrentar si entras en ello". Me hizo caso y, simulando que venía de vacaciones, (compró billetes de ida y vuelta) pero no volvió. Hoy vive en Irlanda y me pregunto cuál de los dos tsunamis le afectó más, si el del océano debastador o el de la explotación sexual de menores. Personalmente y conociéndola como la conozco, apostaría que fue el segundo.

En Irlanda, ha vuelto a estar involucrada en otro tsunami, ésta vez defendiendo las olas y el paraje natural protegido de las embestidas de Donald Trump (como ya denunciamos en su momento) Este tsunami, de carácter político y de consecuencias imprevisibles para la paz mundial, los derechos humanos, el respeto a las culturas, religiones, pensamiento, prensa y la economía mundial, tiene su epicentro en la mismísima Casa Blanca desde donde se ha empezado a gobernar por decreto (sistema muy querido por los autócratas, véase Venezuela) y firmando ordenes ejecutivas que están haciendo temblar no sólo a sus ciudadanos sino al resto de los países del mundo. Este tsunami sólo podrá ser neutralizado por la resistencia civil y por la reacción de las instituciones democráticas, de momento ya el nuevo Presidente de la Comisión Europea, Donald Tusk, ha declarado que Trump es un peligro y una amenaza para la Unión Europea y las manifestaciones en contra de los atropellos del hombre que se jacta en decir que él nunca ha leído un libro, no cesan en un buen número de ciudades norteamericanases un buen comienzo.

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