La nueva prueba de Bachillerato de Historia
Como profesora de Historia que lleva 29 años en la enseñanza, y los últimos cinco de forma continuada dando clases en 2.º de Bachillerato, voy a opinar sobre la nueva EBAU. La ley del Currículum de Asturias nos obliga a dar los nuevos contenidos, que se inician en la Prehistoria. Todo ello con las tres horas semanales que hace años decidió nuestra Comunidad Autónoma que dedicásemos a la Historia de 2.º de Bachillerato. Horas que se ven claramente insuficientes cuando la mayoría de comunidades españolas tienen cuatro horas para dar ¡el mismo contenido! Sin embargo, y teniendo en cuenta que cualquier tipo de examen es difícil de plantear, el examen que la Consejería de Educación en colaboración con la Universidad ha elaborado es cuanto menos raro. Comparado con los exámenes de otras comunidades llama la atención la desaparición de prácticas como mapas y comentarios de texto, lo más habitual en estos exámenes de 2.º de Bachillerato. Nuestra antigua PAU tenía comentarios de texto, que ayudaban a que el alumnado obtuviera el cupo necesario de realidad histórica (al tratar con las fuentes directas o primarias) y el cupo necesario de reflexión y aplicación de los conocimientos. El tipo de examen que se ha diseñado para Asturias incluye, además del desarrollo breve de temas (preguntas abiertas), preguntas de vocabulario o términos (semiabiertas) y unas preguntas cerradas que, aunque de entrada pueden parecer fáciles, con ellas apenas se obtiene un punto, si se aciertan las dos que hay. Las preguntas de términos para el alumnado son difíciles, requieren un entrenamiento. Un término conlleva carga de comprensión, y hay que procurar ser conciso, preciso, no demostrar ningún tipo de opinión personal, y debe ser completo. Por otro lado, las preguntas abiertas, o temas, son tres, uno vale 3 puntos y otros dos valen 2 puntos, pero ese valor se extrae de la ley de 23 de diciembre de 2016 y se ha adaptado de forma que no tiene que ver con la importancia de los contenidos. Basadas en los llamados estándares, un estándar como el papel del Rey en la democracia actual o como el desarrollo de la Guerra Civil van a valer 2 puntos en el examen porque están situadas en temas cuyo peso en la totalidad de los contenidos valen 2 puntos, sin embargo uno como la 3.ª Guerra carlista que adquiere de nuevo relevancia en esta ley, a pesar de circunscribirse a una parte de España, por estar situada en otros bloques de contenido vale 3 puntos. A nadie se le escapa, además, que algunos temas son demasiado extensos para darles apenas un valor de 2 puntos. Por otro lado, la preparación de este examen corre peligro de convertirse en memorística, olvidando todo lo que la propia LOMCE plantea de aplicar la razón y el sentido práctico a la materia. Los profesores nos tendremos que adaptar, pero tememos seriamente dos cosas: una, que con este examen se relegue la Historia a un conocimiento memorístico, nada reflexivo, y mucho menos científico, y otra: que nuestro papel de profesores haya quedado, de nuevo, denostado, porque los que plantean lo que debemos hacer, muchos de ellos con menos experiencia que nosotros, y menos currículum, nunca nos consultan. Y dejo para los padres que puedan escribir a este periódico la otra gran pregunta que está en el aire: al alumnado que tenga que sacar una nota alta para entrar en sus estudios favoritos, ¿esto le perjudica? De nuevo, los profesores tendremos que bregar a diario por que el perjuicio sea el menor posible.
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