"Chicas y chicos podéis ser felices y luz del mundo"

¡Buenas noches!, hoy habéis vivido la tónica “vocación y felicidad”. 1.º) Hoy habéis afirmado que tener muchas cosas: riquezas, comodidades, días libres es la “felicidad de la marmota”; ese animal que duerme y duerme, come y come. 2.º) Que la felicidad surge cuando, unidos a otros chicos en comunidad, vamos a nuestros suburbios para ayudar a pobres, enfermos, ancianos y niños ¡con hambre de pan y medicinas! Os recordamos que el domingo 5 de febrero hicimos la colecta para los necesitados por medio de Cáritas y el 12 la de la colecta para los necesitados por medio de Cáritas. 3.º) Cuando llegamos a casa diciendo: “Venimos contentos y felices; si vierais los bocadillos y frutas que les vamos dando; como todos los domingos los habíamos preparado después de la misa de catecismo; al vernos el señor cura, donFeliciano, nos dijo: “Da gusto veros así, el bien que estáis haciendo es grande” y D. José Espiña añadió “Además fortalecéis vuestra amistad” (S.Tirso, Oviedo, 1969). 4º) En la reunión de la comunidad cristiana concluimos “que la felicidad tiene como camino vivir la “Bienaventuranza de los pobres” y sobre todo cuando nos acercamos a ellos. 5.º) Leímos en San Pablo “ya no judío o griego”y añadimos “ni español ni inglés, ni blanco ni negro, no sabio ni ignorante” porque todos somos uno en Xristo Jesús” (Galateas III, 28). 6.º) Que según el Señor lo fundamental de la felicidad nos la da el mimo en sus ocho bienaventuranzas y con ellas esto que añade: “Quien pierda su vida por mi causa encontrará la Vida Eterna” (Mat, XVI, 25). 7.º) En vuestras reuniones fuisteis viendo lo que Jesús nos iba diciendo en esas ocho felicitaciones de las que Gandhi exclamó: “Esto es lo que he estado buscando desde hace años, pero no acertaba a formularlas tan sabiamente” y vosotros añadisteis: “no sólo para los cristianos, sino para toda la Humanidad porque son palabras vivas que nos ayudan a mirarnos en ese espejo en el que podemos identificarnos con Jesús Salvador.

Las dos comunidades de quince años dialogando sobre “Dichosos los pobres de espíritu” habéis decidido quitar caprichos, no confiar en el dinero ni en el prestigio, sino en el Señor. Las otras dos comunidades de quince años sobre la segunda “Dichosos los mansos”, o sea, los que abandonan y renuncian a la violencia y a la agresividad, “decidimos no imponernos por la fuerza para ser un regalo para los que nos traten.- Dos comunidades de catorce años en silencio releyendo “dichosos los que lloran” nos recordó nuestras confesiones cumpliendo penitencias llorando nuestras faltas y pecados ante Cristo crucificado y... “Miradme mi amado y buen Jesús...”, y otras veces por los desprecios recibidos llorando en lo escondido a solas sin decir nada a nadie porque el señor es nuestro consuelo al verle en la comunión”. Las otras dos comunidades de catorces años, la 7.ª y 8.ª al comentar “dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”, anotamos que tanto son los hambrientos de comida como ver reconocidos sus derechos que nos facilitan el camino a la perfección y la santidad; así nos veremos unidos a Cristo, el Señor y al prójimo.- Las otras seis comunidades hicisteis compromisos para ser misericordiosos con enfermos y abandonados; construir la paz y la justicia en nuestros ambientes; también queremos hacer visitas a cárceles y juicios. Y tener nuestros cuerpos y almas llenos de santidad y pureza. Con estas bienaventuranzas realizadas, nuestra felicidad surge en nosotros y a nuestro alrededor porque es la tarea que Dios nos ha confiado a los/as chicos y chicas que somos de Acción Católica; sabemos que tenemos que hacerlo con afán y con nuestros brazos día a día en cualquier lugar que estemos.

Tomé la palabra: amigos, actuando así sois luz del mundo y sal de la tierra; ésta para dar sabor a la comida y la luz para ver el camino. En otros tiempos cuando caía la tarde se encendían las antorchas para caminar por calles, caminos y sendas; en vida de Jesús al atardecer cerca de Nazaret, Cafarnaúm oBetania veían el espectáculo de una multitud que, con antorchas encendidas, se apiñaba junto al señor para escucharle antes de irse a descansar... Muchachos, Jesús es la luz y nosotros sus discípulos, con mil quinientos millones de cristianos iluminados por su evangelio, tenemos que ser como las “estrellas” del cielo y “luces” de la tierra: ¡tengamos fuerte el ánimo, el Señor camina con nosotros que El y las gentes vean vuestras buenas obras; con vuestras linternas iluminando el sagrario decidle fuerte: “Jesús, aquí estoy”... A sus voces las truchas del río Luna saltaron para verlo.

José Fuentes y García-Borja,

canónigo de la Catedral, Oviedo