Falta respeto
En el transcurso de mi vida he conocido varios gobiernos. Algunos han sido más acertados que otros en la dirección de su política, pero me doy por satisfecho porque España sea un país democrático. Sólo pediría algo básico a todos ellos, tanto gobernantes como gobernados, y es respeto. Hoy ese respeto está faltando en muchos ámbitos de la vida, no solamente en el político, y comienza a abundar en áreas tan importantes como en la familia.
Observo desde hace algún tiempo cómo en distintos programas televisivos se recrea el dolor de familias mal avenidas, de matrimonios rotos que se atacan de una forma perpetua, de hijos que han perdido el sentido de la consideración con sus progenitores y se empeñan en hacer la vida difícil a aquellos que se hacen llamar padres.
La dificultad con que se llega a la vida por méritos propios es algo que tienen muy claro las personas de una cierta edad que se han desvivido en muchas ocasiones por educar, ver crecer a su descendencia, darles lo necesario a veces a costa del propio bienestar, para luego ser correspondido de una forma incorrecta y en muchas de las ocasiones por intereses económicos exclusivamente.
Se han diversificado las actitudes, se han modificado las formas en el trato y la consideración, quizá la evolución de los tiempos conlleve estos cambios en algunas ocasiones tan negativas y a los cuales las personas mayores se adaptan con dificultad.
El diálogo diario que mantengo con gente de mi generación me enriquece y me sigue enseñando acerca de las conductas humanas; la gente buena me sigue transmitiendo paz y tranquilidad, pero la sensación que tengo del sufrimiento de algunas personas por sus hijos me desazona.
No desearía finalizar esta carta sin desear el mayor bien del mundo para todos aquellos que sufren algún tipo de contrariedad y en especial a todas las personas en estas fiestas navideñas, así como desear paz y sosiego para arribar a la meta con la conciencia serena.
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