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Basura miedo-ambiental

12 de Febrero del 2017 - Nazaret Santos Solar (La Lloral, Oviedo)

A diario pienso en la gran suerte que tengo al vivir en la era de la comunicación y la expansión, el hecho de poder estar todos conectados me permite contemplar la biodiversidad que me rodea, observar la diferencia de pensamiento, conductas y creencias de los diferentes grupos, peñas, asociaciones y partidos en los que se divide nuestra sociedad.

Solemos hacer grupo con aquellos que tienen una forma de pensar parecida o incluso igual a la nuestra, hecho que en mi opinión nos limita mucho, muchísimo en pensamiento, pues el mantener una conversación con alguien que piensa como yo me impide tener amplitud de miras (ampliar mi visión del mundo), es más o menos como mantener un diálogo conmigo mismo y además darme la razón.

“¿Seremos todos narcisistas por naturaleza?”.

“¿Tendré miedo a enfrentarme a otro sistema de pensamiento que no sea el mío?”.

“¿Miedo a aceptar la posibilidad de estar equivocada?”.

Cuando dos grupos se encuentran, se enfrentan, cada cual defiende sus opiniones y creencias, quedando después la frustración, la tristeza, la rabia y la falta de entendimiento, que tanto se necesita.

Me pregunto si se podría poner consciencia en lo partido, consciencia en lo dividido, compresión de la oposición y aportar lucidez a cuestiones de interés común.

“¿Podemos dejar de estar partidos en partidos?”.

“¿Podemos dejar de señalar lo que hace mal el de enfrente y acercarnos a él?”.

Estoy segura de que es posible utilizar una herramienta llamada empatía que todos tenemos, empatizar con el opositor, encontrar ese nexo de unión y trabajar conjuntamente por aquellos cambios e intereses comunes que benefician nuestra sociedad.

“Es la empatía, no la competencia, la que nos hace humanos”.

Pienso que se pierde mucha credibilidad cuando lo que decimos no coincide con lo que nos mueve por dentro y mucho menos con lo que hacemos.

Leo y escucho la palabra consciencia por todas partes, todos hablan de compartir y del cambio. Si te soy sincera, no veo ningún cambio, la consciencia incluye, la consciencia no excluye a nada ni a nadie. No puede haber un cambio real si ese cambio no se da primero en nosotros mismos.

“¿Cómo puedo cambiar algo si sigo actuando desde el mismo sistema de pensamiento que generó el problema?”.

Pedimos un cambio social, cambios en la educación, política, sanidad y un cambio medioambiental, pero estamos dispuestos a asumir nuestra responsabilidad en ese cambio que pedimos.

En cuestiones medioambientales se ha mejorado y eso no se puede negar, muchos queremos aportar nuestro granito de arena y hemos empezado por reciclar. Parece simple, pero es un cambio importante para una sociedad acostumbrada a tirar todo lo que le sobra, y nos dimos cuenta que incluso tiramos cosas de valor.

Reciclamos, sí. Reciclamos basura material y antes de seguir cambiando, antes de sugerir más cambios, creo que es importante ocuparnos de otro tipo de basura, la basura sutil, la basura mental.

¿Reciclas y desechas tu basura mental?

Lo primero que tenemos que hacer con este tipo de basura es no desecharla, dejar de mirar a otro lado e incluso dejar de negarla. La basura mental tenemos que ponerla delante, afrontarla y meterle mano. Sí, meterle mano. Estamos acostumbrados a que la basura la reciclen otros, y yo estoy a favor de privatizar la basura. Lo que quiero decir es que si la basura es tuya, será mejor que te encargues tú de ella, no esperes a que lo hagan los demás (el Estado, las asociaciones, los especialistas...), no sea que los demás de tanto hacer terminen aprendiendo mogollón y tú te mueras tonto.

Así que te invito a mirar tu basura, a enfrentarla, te invito a salir del miedo-ambiente en el que te mueves. Te incito a generar un cambio en tu forma de pensar, a unir tu mente y tu corazón, a empezar, a dejar de hacer y comenzar a “ser”. Te invito a ampliar tu visión del mundo, a mirar al otro a los ojos, encontrar entendimiento y caminar conjuntamente por un objetivo común.

La vida no va de competencia, la vida va de empatía y amistad, y nada merece la pena si no puede ser compartido. Me niego a creer que la vida es una lucha sin cuartel de feroz competencia.

“Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”, Aristóteles.

Abandona tu miedo-ambiente, súmate al cambio y caminemos juntos por unos intereses comunes, por una sociedad mejor.

Dejemos de estar partidos en partidos.

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