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Crucifijos y crucificados

29 de Diciembre del 2009 - Cosme Ruiz Pérez (Gijón)

Por cortina de humo, o por proyecto de ingeniería social de ZP, ya tenemos «enfilao» al crucifijo. Azuzando la confusión oímos a la Pajín, chica-líder del multisueldo socialista, hablar del estado laico o «nacional-laicismo». Es la nueva «religión» o versión de aquel «nacional-catolicismo» franquista. Y lo hacen con una caradura tal, como si el estado laico ya estuviese consagrado por la Constitución. Omiten a la ciudadanía, muy gregaria y olvidadiza, la del Estado aconfesional (neutralidad), (artículo 16-3). ¡Si no les gusta, que lo cambien, pero sin trampa o argucias!

El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, oyendo a una finlandesa afincada en Italia, sentenció que los crucifijos en colegios públicos «vulneran el derecho a la libertad de pensamiento». Disparate porque, a partir de ahora, las muchas cruces que se hallan en banderas de países, equipos deportivos, plazuelas, la misma Cruz Roja, etcétera, etcétera, podrían estar causando a muchos el mismo «pasmo draculino» que a esta señora. Y aún más, unos u otros, según su ideología, «empapelaríamos» juzgados con nombres de monumentos, calles, etcétera, que nos son molestas. Podríamos aducir, por ejemplo, que caminando ensimismados, de repente alzamos la vista y... apareció un rótulo: «Calle Santiago Carrillo», algo que podría «chirriar» a nuestro espíritu y que «acababa de perturbarme esa libertad serena y monocorde de pensamiento único que llevaba». ¡No hombre, no! ¡Ya está bien de europrogresía judicial!, ¡qué aquí tenemos que convivir todos, creyentes y no creyentes, comunistas, socialistas, liberales, etcétera, con el legado cultural y de tradición europea, nos guste o no, que nos ha sido dado! ¡Democracia es libertad y no imposición!, por la que muchos no pasaremos. ¡No aprenden! ¡Seguid así y montaréis vuestra enésima «folixa» en la Historia de España!

Aprendamos del rechazo, más del 90 por ciento que esa sentencia ha causado en toda la sociedad italiana, Gobierno, partidos de izquierda, derecha y ciudadanía en general. Aprendamos de la laica y republicana Francia de Sarkozy, que valora enormemente su tradición católica y considera necesaria la experiencia religiosa, también la de los musulmanes a los que últimamente en «Le Monde» advirtió y pidió su colaboración.

Se disgustaron por lo de Suiza. Así que ... ¿minaretes, sí, y crucifijos, no? «Este es el PSOE que nos gusta», dijo Tardá. Que un centro público nuevo no tenga crucifijo, se comprende, pero... ¡no toleramos la excusa, llamada ley de Libertad Religiosa para justificar «meter mano a lo católico»! Centros concertados y privados... ¿alerta! a los «pactos» como ya sugiere determinada progresía. ¿Cambiar crucifijos por conciertos? ¡Si precisamente el crucifijo, seña de identidad, forma parte de un todo entre ideario y proyecto educativo! Cierto que, si los cristianos no lo vivimos en el amor, renuncia y solidaridad con tantos crucificados abortados, empobrecidos y parados, no tiene sentido, pero... igual de cierto que si no luchamos por ser libres y escondemos o negamos, el campeón de la libertad Jesús de Nazareth también Él nos negará. Ser católicos sin complejos, poniendo con sano orgullo nuestros signos, cruces, belenes, balconeras, personalmente y en nuestras tiendas, etcétera.

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