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¿No era evidente?

10 de Marzo del 2017 - Victoriano Suárez Álvarez (Oviedo)

Desde que Donald Trump se presentó como candidato en las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos empezó ese proceso de reacciones adversas que todos los que alguna vez tuvimos la osadía de decir que este señor (por llamarlo algo) iba a ganar las elecciones hemos sufrido. La primera reacción de las personas con las que conversábamos era la risa, la jocosidad de decirte, poco más o menos, que eres tonto y que eso es imposible. La segunda reacción, al ver que el proceso presidencial continuaba, fue aferrarse a la negación, apoyándose en todos esos grandes medios de masas que hacían sus encuestas y mostraban sus resultados, los cuales daban gran ventaja a Hillary Clinton. Y la tercera reacción, cuando ya vieron los resultados de las elecciones, fue el insulto fácil. ¡Estos yanquis están todos locos!

Mi pregunta ahora es: ¿no era evidente? Dejemos de leer tanto mass media y empecemos a pensar, a escuchar a la gente, a comprender la realidad del pueblo, a entender que, como dice la canción, la mentira está escrita en los periódicos de mañana. Intentaré resumir en este artículo por qué decía desde un principio que ese hombre iba a ser el nuevo presidente de los Estados Unidos de América.

Para empezar, como siempre digo, las acciones no hay que juzgarlas por las causas que la motivan sino por las consecuencias que producen. A día de hoy, creo que poca gente puede (o se atreve) a justificar la supuesta buena herencia de Obama. Es cierto que ha intentado reformas en el sistema sanitario, educativo, etcétera, pero lo que hay que ver es a quién ha beneficiado todas esas medidas. Personalmente me da igual a quién beneficie, siempre que sea algo bueno para la sociedad, es bueno para mí. Pero, ¿qué pensaría un estadounidense de clase media (si es que queda alguno) del interior del país de las medidas tomadas por Obama? Esa es la pregunta real, esa es la pregunta que explica el ascenso de Donald Trump.

No confundan mi postura, no creo en la política ni la democracia, como decía ese gran hombre, el menos malo de los sistemas, sólo estoy intentando ponerme del lado del votante estadounidense. La desigualdad entre ricos y pobres en Estados Unidos ha aumentado en la "era Obama", así como la diferencia entre clase media de la costa y del interior del país. Este dato, aisladamente, ya nos da una pista del lado por el que se iba a inclinar el voto de todo el interior del país. Si a eso sumamos el algoritmo crisis económica surgimiento de -ismos, ya tenemos el contexto perfecto para explicar lo sucedido.

Es evidente que el nuevo presidente de los Estados Unidos de América es una persona machista, racista, narcisista y otras muchas cosas. Pero lo que también es evidente es que es un empresario de éxito, que (según los estándares de EE UU) es un triunfador, por lo que el estadounidense medio piensa que va a hacer triunfar su país igual que a él mismo. Al igual que la mayoría de seres humanos, el estadounidense prioriza su supervivencia (todos creen que Trump les va a dar trabajo) y la de su familia a cualquier otra cosa: ¡que sea lo que quiera, mientras me dé trabajo!

No me voy a extender mucho más y tampoco voy a entrar en el falaz debate sobre la cultura americana y el nivel cultural de los estadounidenses, ya saben mi opinión sobre la categorización de los conocimientos. Simplemente es una cuestión matemática, al desastroso legado de Obama sumémosle la creación de un enemigo (el inmigrante), como sabemos nada une más a un pueblo que un enemigo común. Sumémosle también la necesidad de supervivencia y sumémosle además la influencia del líder autoformado. A todo este cóctel le ponemos la rodaja de limón, una Hillary Clinton que no gusta a la sociedad estadounidense y tenemos barra libre para el surgimiento de un -ismo: el idiotismo.

Para terminar, llámenme loco, mi preferencia en estas elecciones era Donald Trump, no porque comulgue con sus ideas (recalco mi tendencia anarquista), sino porque se le veía venir de frente. Prefiero un cañón que me apunte a la cara que un misil que me rodee y me mate a traición. Recordemos, la memoria es selectiva, que la propia Hillary Clinton ya había votado a favor de construir el muro con México en el pasado, entre otras cosas. Mi decepción no está causada por las personas que votaron por Trump, lo entiendo. Mi decepción es por las personas que votaron por Hillary Clinton, sabían lo que había hecho y en las primarias la eligieron condenando así al partido a la derrota.

¡Bienvenidos a 1984!

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