10.000 jabalíes cobrados en Asturias en la temporada 2016-17
A falta de algunas incorporaciones de última hora a la estadística oficial, bien se puede decir que esta cifra será la más objetiva en su aproximación. ¿Son muchos? Los cazadores hemos batido el récord. Lo cual quiere decir que algo estaremos haciendo bien. A tenor de lo que dicen los denominados expertos, resulta esta cantidad insuficiente. El nivel poblacional de esta especie crece exponencialmente de continuo en Asturias, y eso a pesar de las numerosas bajas que sufre. El debate está servido en torno a un aumento de los cupos de aprovechamiento de este suido en los cotos sociales que gestionan en el Principado las sociedades locales de caza asturianas.
No se sabe con rigor establecer la densidad de este animal en nuestra comunidad: a mi parecer es imposible pronunciarse en sentido, ni tan siquiera aproximado, dado la gran movilidad y lo intricado de los hábitats en que se desenvuelve cubiertos de espesa maleza. Digo que no se sabe pues las cifras que se barajan ofrecen una disparidad enorme en el orden numérico. Distintas versiones en cuanto a su densidad se refiere, han sido pronunciadas por destacados miembros de organizaciones medioambientales, al parecer, estudiosos del tema, mostrando disparidad de criterios en establecer una cantidad acreditada. Lo que no induce a apreciar muchas garantías de veracidad.
Marean a la ciudadanía los expertos con números dispares. Desde 50, 60, 75.000 ejemplares son citados como posibles colonos de esta especie con asentamiento en la naturaleza asturiana. Es mucha la diferencia que aprecian entre sí el colectivo que muestrea a grueso modo; a ojo de buen cubero (no hay otra forma) la existencia en territorio astur de este infatigable e insaciable omnívoro, lo cual abunda en la tesis que predecir atinadamente el estado numerario actual se convertiría en una mera hipótesis.
Es evidente que de tener veracidad las valoraciones que se hacen al respecto, los cazadores asturianos quedaríamos cortos en sus capturas. Una población tan significativa, aunque de sustanciales diferencias en su catalogación numérica, requeriría de una actitud superior, en gran medida, para producir cobros de esta especie. Una gran parte en la solución del problema pasa por el ejercicio de la caza.
El jabalí campa a lo ancho y lo alto de nuestra geografía. Tiene establecido sus campamentos de recogimiento de sus piaras en áreas preferenciales, que le facilitan sosiego y salvaguarda de su integridad física, a la vez que suministradoras de alimentos. Cuando se dice que las extracciones tienen que ser forzosamente en el orden de duplicarlas, incluso de aumentar estos límites, se debe analizar con raciocinio en qué zona radica la necesidad de proceder a situar tal actuación. No todas tienen la carga que se les atribuye. Las zonas de seguridad, espacios naturales creados alrededor de los grandes núcleos de población, incluidos estos, de la Asturias central y otras demarcaciones, algunas situadas en el litoral, en las desembocaduras de nuestros ríos al mar Cantábrico, son terrenos específicos constituidos en auténticos viveros de crianza de jabalíes, en donde no está autorizada la práctica cinegética, en previsión de guardar seguridad a la ciudadanía. Por lo tanto ahí radica una complicación seria para la Administración que de ella dependerá la capacidad de resolver satisfactoriamente.
Sucede que en los cotos sociales de caza estas circunstancias no se producen en la misma medida. La posibilidad otorgada a las gestoras de regular en sus cotos de caza la sostenibilidad del jabalí produce un efecto contrario. Son muchísimos los abates que se producen en estos terrenos de régimen y aprovechamiento especial (las cifras que se dan aquí son elocuentes); un procedimiento, el de la caza regulada, según necesidades, que de forma importante coadyuva a mantener el equilibrio y atenúa la sobredimensión generalizada de la especie en cuestión.
Por lo tanto, en relación con este asunto veremos lo que sucede en un futuro que se predice no lejano. Las medidas de actuación en las zonas de seguridad deberían haberse tomado mucho antes. No cabe duda de que los cazadores, como siempre, una vez más, si se nos necesita, que parece que sí, aunque no se desvele a grandes rasgos esta posibilidad, no vaya a ser que se molesten los sempiternos colectivos conservacionistas, sabremos estar a la altura de las circunstancias.
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