Nueva etapa en el mismo camino
El pasado 12 de diciembre monseñor Javier Echevarría se iba al cielo con la misma discreción con la que había gastado su vida en el Opus Dei. Primero, desde muy joven, ayudando a San Josemaría; después, apoyando al beato Álvaro del Portillo a continuar con la labor del fundador; y los últimos 22 años, haciendo cabeza como prelado.
No debe ser fácil suceder a dos santos. Sin embargo, don Javier, desde su humildad, se abrazó a su cargo sabiendo que no era él el que actuaba. Se dejó llevar por el camino tan bien trazado de sus predecesores.
Como un padre más, se fue rodeado del cariño y cuidado de sus hijos. La noche de su fallecimiento, acompañado por un hijo sacerdote y una hija enfermera que hacía el turno, dijo sus últimas palabras, refiriéndose a todos sus hijos: "Quereos mucho. Que os queráis". Qué ternura. Cómo no vamos a estar contentos sus hijos en el Opus Dei con semejante testamento.
Desde esos instantes, don Fernando Ocáriz, su mano derecha, ejerció de hermano mayor aunándonos a todos aun más, como una piña, esperando por el nuevo padre. Y fue muy corta la espera. A la pena de habernos separado de don Javier, se unía la alegría de tenerlo ya en el cielo y de llamar padre a don Fernando. Conmovido, aceptaba el cargo, sujetándose en la oración de todos sus hijos e hijas de esta familia que forma parte de la Iglesia para servirla, como decía San Josemaría.
El padre se apoya en todos sus hijos e hijas. Estos días, concretamente el 14, sus hijas celebramos nuestro aniversario de la incorporación de las mujeres al Opus Dei. La Obra, sin nosotras, estaría coja. No estaría, mejor dicho. Muchas son las iniciativas desarrolladas por mujeres del Opus Dei en todo el mundo, fundamentalmente, de formación y promoción de la mujer en ámbitos de lo más variado: desde dispensarios médicos, escuelas agrarias, de secretariado, higiene, salud, hogar… en los cinco continentes, hasta centros de investigación en varias universidades.
Es necesaria nuestra forma de enfocar y resolver los problemas, y nuestro punto de vista femenino. Aún más, en palabras del Papa Francisco: "La mujer es la que trae armonía al mundo, que nos enseña a valorar, a amar con ternura y que hace que el mundo sea más hermoso".
Dios cuenta con todos y cada uno para sacar su barca adelante. Me gusta decir que las mujeres somos las protagonistas del siglo XXI. Y el padre cuenta con nuestra alegría, trabajo y fidelidad a este camino que nos ha descubierto San Josemaría de encontrar a Dios en los quehaceres ordinarios de la vida. Todo un reto para vivir.
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