Sostenible y social
Son días de realidad social sin sujetos históricos claros, donde el individuo, tan exaltado desde el liberalismo clásico como protagonista épico de su vida tipo” solo ante el peligro”, suele ser un superviviente hipernormalizado lleno de terrores a ser expulsado del sistema. ¿Hay vida después de la laminación de las clases medias y la precarización de los trabajadores? ¿Acaso muchos jóvenes no están viviendo ya peor que sus padres? Están cambiando estructura social y percepciones: es el llamado “ capitalismo de ficción”, que tanto desea que invirtamos en nuestra identidad personal. El socialismo es ya “tercera vía”, social-liberalismo de voto trabajador y pensionista. Socialismo posmodemo, estudiado por Anthony Giddens. Ningún populismo de uno u otro signo, surgido como de “un día de furia” contado por un idiota, va a derrumbar esos castillos kafkianos que constituyen ese uno por ciento de la población terráquea detentadora de casi la mitad de la riqueza mundial. Toca entretenemos con bagatelas y cortinas de humo constantes.
Es tiempo de transversalidad. Conozco a mucha” gente de orden” que es liberal en algunas cosas, tradicional en otras e incluso redistributiva respecto a temas significativos. El invento de las ideologías contemporáneas nació de las revoluciones francesa e industrial pero en los momentos actuales éstas se concretan y vehiculan, descafeinadas o furiosas, nacionalistas o supuestamente fraternas, a través de líderes muy identificables, atuendos informales o atildados, lemas y actuaciones sobreexageradas. Declaraciones efectistas y encarnación de “marcas personales” guays.
Pero lo más tremendo es que estamos tirando por la borda el Estado Social, la pervivencia de un amplísimo colchón de igualdad de oportunidades y los valores de muchísimas personas que creen en una democracia de calidad. Aunque también son muy relevantes todas aquellas medidas individuales destinadas a evitar la corrosión del carácter y la hostilidad creciente. Ya estamos algo creciditos, no se va a dar ni la revolución total ni la revolución aplazada. Es más, nuestro bienestar cada vez dependerá de un cambio de conciencia saludable, cooperativo y sostenible.
José Luis López Tamargo, Oviedo
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