El señor Grueso
En un diario de difusión nacional aparece nuestro Marco Polo local (el señor Grueso, de apellido) en dos espacios; primero, en una página en que, con foto incluida, citan a varias personas como "personajes" del día y después en las páginas de tribunales. El fiscal solicita para el señor Grueso (vuelvo a insistir, de apellido, no vayan a malinterpretarme) once años de cárcel y diez de inhabilitación para contratar con la administración, por varios delitos supuestamente cometidos en la gestión del Centro Cultural Oscar Niemeyer.
Esto es una mala noticia primero para él mismo, después para doña Ana Botella, que le contrató en el Ayuntamiento de Madrid cuando ya había "huido" de Avilés por sus fechorías, y, por supuesto, para el PSOE asturiano.
La exalcaldesa de Avilés doña Pilar Varela le apoyó y fue presuntamente colaboradora necesaria en alguno de sus delitos autorizando el pago de facturas falsas por el Ayuntamiento. La señora Varela es de firma fácil, pues siendo primera teniente de alcalde firmó un documento con la antefirma de "El Alcalde" sin especificar que lo era por delegación. Yo conservo el documento y ella conoce que lo conservo. La "descabalgaron", valga la licencia, de la Alcaldía, pero la premiaron mediante el socorrido método del ascenso nombrándola "ministrina" de Asuntos Sociales. Cuando se acostumbran a vivir de la cosa pública es muy difícil apearlos: fuera hace mucho frío.
El senador y antiguo presidente del Principado señor Areces inauguró hasta las excavadoras del solar cuando nuestro Marco Polo ya hacía de las suyas viajando incluso a Nueva York para tomarse un "gintonic" que, por supuesto, pagó el Niemeyer.
Un culto concejal acompañó en varios viajes al imputado y le apoyó públicamente cuando sus hazañas ya eran conocidas. Me refiero a aquel concejal del que aparecieron varias facturas sospechosas o inadecuadas. Una de ellas, de un hotel de Barcelona en viaje "niemeyeriano", acompañado de un funcionario; la primera noche el hotel factura una habitación doble y dos desayunos; normal, pues son amigos y hay que ahorrar gastos al Ayuntamiento. La segunda noche, dos habitaciones dobles y cuatro desayunos, normal, pues se cansaron de dormir solos.
Lo asombroso es que hayamos padecido el "yo apoyo el Niemeyer" cuando lo que se apoyaba era una estafa. De toda la programación realizada, la más importante se presentó en el Palacio Valdés. Recuerdo que hice un pequeño estudio y por cada entrada el erario público tuvo que aportar cerca de seiscientos euros. Para que necesitaba Avilés el Centro teniendo el Palacio Valdés, la Casa de Cultura, Los Canapés y, con una inversión mucho más modesta, los almacenes de Balsera, que ya sirvieron en otro tiempo para presentar al bailarín Antonio.
En cuanto al conjunto arquitectónico que en la publicidad gratuita y exagerada se decía que eclipsaría a la Torre Eiffel, hoy nadie se acuerda de él, sólo genera gastos y al fin parece que se ha aceptado que el conjunto es casi vulgar, fruto de unos someros apuntes de un genial nonagenario aprovechados por unos cuantos "pillos". Y, finalmente, para qué se necesita toda la organización burocrática del Centro teniendo la concejalía de Cultura.
Sé que lo que escribo no es lo "políticamente correcto", pero es lo que siempre pensé y ahora con más argumentos.
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