A vueltas con la basura
Llevo once años en la ciudad de Oviedo, lo cual quiere decir que soy inmigrante o avenido, y que he ido conociendo esta maravillosa ciudad de forma progresiva. He de reconocer que cada vez añoro menos mi natal Salamanca y cada vez disfruto y valoro más mi ciudad de acogida. Me parece esta última una ciudad limpia, culta y ordenada, y con otras innumerables virtudes. Es cierto que no tengo tiempo de disfrutar entre semana de ella, y a veces ni tan siquiera los fines de semana, pues voy del trabajo a casa y de casa al trabajo. No tengo la suerte de tener un trabajo local, tengo que desplazarme diariamente hasta Tineo o bien hasta Otur. Pero me encuentro confortable y feliz en mi ciudad, lo cual no quiere decir que las cosas no sean mejorables o no puedan criticarse de forma constructiva, precisamente para eso, contribuir para mejorar lo presente, y ahí voy.
Como decía, Oviedo es una ciudad con muchas virtudes y algunos defectos. Pues bien, los defectos que a mi modo de ver son subsanables, y esto supongo que va por barrios, son tres: El primero el sistema de recogida de basuras, el segundo las instalaciones y la gestión del comedor de Buena Vista I y el tercero la disponibilidad de plazas de acaparamiento gratuito. Hoy toca la recogida basuras, un tema complejo donde los haya, hay que reconocerlo.
Todos los ovetenses conocemos el sistema de recogida de basuras de la ciudad, reparto de los cubos a eso de las seis o las siete o las ocho, recogida de la basura a horas necesariamente intempestivas y recogida de los cubos sucios de buena madrugada. Es un sistema limpio porque evita tener esos contenedores de otras ciudades pestilentes y vacilantes de un lado a otro que ahora incomodan aquí y luego allá. Es verdad que con este sistema no nos encontramos este sucio mobiliario urbano, sino en sus horas oportunas encontramos unos recién lavados, coloridos, apropiados y próximos cubos. He de reconocer que aparentemente el tema puede estar resuelto, pero a mi modo de ver tiene sus deficiencias: el coste económico, el coste medioambiental y los ruidos a esas horas intempestivas.
En cuanto al coste económico no tengo datos y no los voy a buscar, no es mi trabajo; pero pasar todos los días tres veces con sendos camiones por todas las puertas de la ciudad para repartir, vaciar y recoger todos los días el cubito, no debe de ser barato. Es cierto que las empresas de recogida parecen muy muy eficientes, con personal ligero y también sus camiones que eficazmente recorren las calles. No voy a entrar en lo peligroso que resulta ese trabajo, sorteando los coches y poniendo su vida en peligro. Parece una carrera vital, donde se juegan el puesto de trabajo y también la vida; si son rápidos su vida corre peligro, si no lo son pierden el puesto. Es la sensación que generan estos chicos jóvenes y coloridos.
Para calcular el coste medioambiental tampoco estoy de humor, tal sólo pensar en el gasoil que llevan gastados los tres camiones diarios que reparten, vacían y recogen el cubito me basta para pensar que este sistema es una locura. Claro, estos camiones generan retrasos en el tráfico, y los atascos son más contaminantes aún. Y si pienso en el agua que cada día usan para lavar los cubos, no quiero ni imaginar los metros cúbicos que se ensucian y que dejan de usar nuestra avifauna en el embalse de Alfilorios o las truchas de Quirós. Agua que después hay que depurar y también tiene un coste municipal.
Y el ruido, madre mía, todas las noches a eso de la una de la madrugada pasa la recogida por la puerta de casa. Ya lo oyes venir, de la puerta del otro vecino, luego más cerca, es decir de tu vecino, por fin de toca a ti. Entonces te das la vuelta y dices, tarda poco, pero es que no me duermo. Y después se aleja, haciendo el ruidito de los cubos al vaciar. El día del vidrio no te digo nada, y si tienes un bar cerca, que casi todos lo tenemos, pues casi te dan ganas de levantarte de la cama para tomar un vaso de agua, respirar profundo y comenzar de nuevo. Te acuestas pensando que a eso de las cuatro de la madrugada vuelven a recoger los cubos, no menos discretos. En mi calle, por ejemplo, los chicos ya fatigados, que quizá no tanto el piloto, van recogiendo arrastrando los cubos de portal en portal. Claro, arrastrarlo supongo que es menos pesado que levantar media docena de cubos, pero genera un ruido de naturaleza extraña que no hay animal que a lo largo de su carrera evolutiva haya estado seleccionado para soportarlo sin interrumpir el sueño. Y no les pido yo que lo levanten por mí, no. No porque es más doloroso levantarlo para él que el desvelo para mí. Eso sí, creo que para ambos es un tormento.
¿Y cuál es la solución? Entiendo que el primer paso para solucionarlo es plantear el problema. Pues bien yo lo planteo. Sinceramente, cuando llegó el cambio de gobierno a la ciudad pensé que abordarían este tema, pero no me han enamorado. Ni la vieja política, ni la nueva. Somos todos iguales: a todos nos gusta el sillón, y desde el sillón las cosas se ven de otra manera, es decir, menos crítica, más complaciente y calculadora en términos electorales.
Planteo por tanto este problema al ayto, para estudiarlo y darle una salida más adecuada en el futuro. Y planteo para estudio la instalación de contenedores subterráneos, a modo de los contenedores de reciclaje, también para la basura orgánica. La regida podría ser a horas del día y podría ser incluso cada dos días. ¿El coste? Claro, instalarlo cuesta una pasta, pero si se hace de forma progresiva y se paga poco a poco la inversión se lleva mejor. Y a la larga es mucho más barato. Por supuesto que no es perfecto y tiene otros inconvenientes. ¿Será igual de limpio el sistema? Supongo que eso depende del mantenimiento del propio contenedor. La estética, supongo que dependerá del diseño. El trabajo de los empleados de las empresas de los cubitos, seguro que necesitamos en Oviedo jardineros y mantenedores del mobiliario urbano. La ubicación de los contenedores no es lo suficientemente próxima de los portales, eso dependerá del número de contenedores subterráneos instalados.
Así pues, a vueltas con la basura para que el equipo municipal se tome esto como un reto más, y justifique sus ganas previas a las elecciones de llegar al poder solucionando los problemas y demandas de los ciudadanos, y nos desengañen a los que pensábamos que el entusiasmo de la campaña electoral se debía a su ansia para llegar al sillón del poder.
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