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El Arzobispo solo supo decir: les acompaño en el sentimiento

24 de Febrero del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

Monseñor Jesús Sanz, después de releerle e intentar de verdad, de corazón, apreciar en sus discursos escritos, alguna razón para empezar a creer en la Iglesia cómo ese pilar básico que Jesús dispuso en la tierra para catolizar y expandir el cristianismo; por más que lo intento no veo, no es que no crea, es que no les veo a ustedes capaces (cómo no fue capaz de dar explicaciones esperanzadoras a esos padres y abuelos ¿por qué se muere un niño de 4 años?) Cómo no la tendría, al porqué unos se mueren de viejos, nacen ricos, guapos, inteligentes y sanos y otros sufren enfermedades crueles y miserias, ellos y sus familiares.

No vale dejarlo todo a la fe, a esos dogmas ¡que sí! muchos creen y los respeto cómo no saben cuánto, me gustaría ser como ellos, creer a pies juntillas sin más; pero ustedes y usted Señor Arzobispo debe respetar mis dudas; fíjese que no le pido aclararlas, sé que no tiene respuestas, cómo solo supo decir a la familia del niño: Les acompaño en el sentimiento, sin más. Cuando creo que una figura tan importante de la Iglesia, debiera aprovechar para soltar todo ese espíritu que Dios le debiera haber infundido, para, que el sufrimiento de esa familia tuviera alguna justificación ante los designios de Dios, crueles cómo ningún otro en su caso.

¿Por qué no les dijo a esos padres y abuelos, algo que suelta en su discurso, esos salmos al aire sin más? Dice: Tras el dintel de la muerte no está el vacío, sino esa inmensa sala de espera entre nubes de gloria y nubes que nos purifican. Sigue contándonos un cuento de bebes: Tras las nubes primeras (además recalca, sin duda) hay un pequeño ángel (no uno grande, pequeñito) que vela por sus padres, sus hermanita y que los espera, mirando las cosas con otros ojos junto a Dios, mientras corretea eternamente feliz jugando inocente entre nubes bajo el color de su visera infantil. Cómo ven, todo un poema infantil, un cuento de hadas; menos la visera, que no sé qué pinta con ella en un mundo de espíritus celestiales.

Tengo que ser justo, también dice, y esa parte siempre me pareció la más creíble, la más convincente para justificar un Dios que permite dolor, penalidades y sufrimiento a muchos, mientras a otros los agracia con salud, dinero y amor; precisamente trata peor a los que la Iglesia dice que sufre con ellos, por eso me permití y alguno se enfadó, a preguntarle si también baila, canta y ríe con aquellos a los que premia con una vida llena de alegrías y teneres. Digo, que esta parte es la más y única que me hace creer en ese Dios, no en el Dios de los curas, un Dios sin distorsión, que seguro la culpa la tiene el tiempo, el camino recorrido donde tiempos difíciles sin medios, se fueron apropiando de una definición de Dios y la religión un poco deformada, como para gente menuda, cómo anclándose en el tiempo, cómo para aquellas gentes de siglos atrás, dejando la suerte y todo a esos dogmas de fe; pero que entre mentes pensantes, al menos la Iglesia debiera esforzarse un poquito más. La parte a la que me refiero, quiero ser justo, usted también cita en la carta semanal, es: Que Jesús vino a darnos con creces la razón a nuestro llanto, la respuesta a nuestras preguntas viniendo al mundo, muriendo y resucitando, y que su madre también le lloró; aunque aquí hay una parte también un poco contradictoria ¿por qué su madre le llora, cuando sabe que es Dios, y ella debiera ser ejemplo de fe con mayúsculas?

Si él ha vencido la muerte, esa parte es esencial para sumar ¿por qué no la trabajan un poco, sin nubes y angelitos pequeños? Si creemos esa parte, es fácil suponer que venció la muerte para darnos a entender que lo hacía como ejemplo, que nosotros también tendremos otra vida. Otra vida que ustedes tampoco saben explicar, ya que incluso el niño se lleva su visera entre nubes de algodón si no tienen ni idea, no la líen más, solo digan Dios no nos explicó el destino de cada cual ¡Fíjense bien! Creo que ¡sí existe otra vida! que premiará a unos y penalizará a otros, de lo contrario sería una injusta balanza esta vida: Unos naciendo con estrellas y otros estrellados por eso Dios está obligado a equilibrar la balanza en otros lares.

Cómo ve señor Arzobispo, no soy más que alguien que necesita explicaciones para adultos. Y que no cree en parafernalias, vestidos engalanados, gorros empicotaos o discursos vanos representando a Dios; o Iglesias llenas de fariseos con abrigos de visón, cuando en la puerta están pidiendo ayuda mendigos. Aunque muchos pensaran que están para verles desfilar a la entrada del templo de Dios, tratando de engañar a Dios y a ellos mismos.

¿Por qué no hace una cosa señor Arzobispo? Un día manda pasar a la catedral o iglesia a los mendigos y echa fuera a patadas, a los que sabe, porque se confiesan con usted, los que son falsos cómo mulas.

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