¿Qué pasa en este país?
Me levanto y me encuentro de bruces con la noticia de que Iñaki Urdangarín no va a la cárcel. No me debería sorprender; a la Infanta Cristina le devuelven dinero, imputan a los parientes directos de Leticia Ortiz y ya no se sabe más. Los políticos corruptos no pisan la cárcel y si la pisan cuando salen tienen bien llenos los bolsillos, porque no devuelven un duro.
Las nuevas promesas de los nuevos partidos políticos son, eso, promesas que quedan en el aire. Al final, empiezas a analizar y acabamos viendo que son soplagaitas embaucadores que acaban viviendo del cuento como los demás.
Luego salgo a la calle y veo a españolitos de a pie sin un duro, no pueden acudir a servicios sociales porque, claro, amigo, no son ni gitanos, ni extranjeros, ni familias monoparentales con cuarenta hijos de cuarenta padres diferentes. Son los parias de la sociedad.
Siempre recuerdo mi viaje a Cuba. Quedé escandalizada porque los propios del país eran los extranjeros del mismo. No podían entrar libremente en ningún sitio. Si ibas a ver un espectáculo, o te llevabas al cubanito y le dejaban entrar contigo o quedaba en la puerta esperándote como los perros,
Y después de ver todo eso, me encuentro con que ahora mismo aquí no estamos tan diferentes a esa circunstancia. Primero ayudamos a todos los demás y, luego, si da para ello, al vecino de siempre.
Si robas una barra de pan para comer, te caen cinco años de cárcel. Eso sí, los cumples todos, que no quede ni uno. No te pasa como a Bárcenas o compañía. Bueno, a lo mejor piensan que te están haciendo un favor y mientras estás cobijado en la cárcel comes y duermes tranquilo.
Gracias, gracias querido Estado, queridos políticos. Vemos a nuestros niños pasar hambre, no pasa nada. Nos quitan nuestras libertades personales, no pasa nada. No puedes fumar en tu coche, no pasa nada.
Además, nos convierten en Estado policial denunciándonos unos a otros y estamos encantados.
Si nos parece que esto está bien, que nuestros derechos se fueron al baúl de los recuerdos; que los corruptos salen impunes; si tú por defraudar 20 euros tienes una sanción de 150, cuando te hacen falta para comer; si los nuevos politiquillos nos quieren utilizar como cobayas para su lucro personal; si estamos en nuestro país y somos ciudadanos de cuarta clase; si pensamos que esto es bueno, tenemos un gran problema y no es cuestión de valores, sino que nosotros mismos nos estamos tratando como la inmundicia que estos poderosos, estos nuevos trepas y demás impresentables nos quieren hacer creer que somos.
Sinceramente, yo nunca quise ser un cordero, ¿y tú?
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