Da asco

28 de Febrero del 2017 - Alejandro González Lada (Urbiés)

Este país da asco, y cada día que pasa no me queda otro remedio más que reafirmarme en mi posición, todo lo que acontece día tras día revuelve las entrañas de cualquiera con un mínimo de conciencia (o decencia). Aquellos que se revuelcan en el fango y disfrutan de esta podredumbre de democracia devaluada, les viene de perlas esta gran escombrera que llaman país. Pasamos de ser un país miembro de la U.E. con un peso específico a convertirnos en una pseudo Democracia Monárquica Bananera a la que cariñosamente suelo referirme como el reino de Spañistán.

No tiene solución, y ello es debido a una gran parte de sus ciudadanos, totalmente entregados a un partido político que ostenta sin rubor alguno, el dudoso honor de haberse convertido en el único en la historia de la democracia, en acabar imputado. El mismo que gobierna para beneficiar a los poderosos, a las clase pudientes, exprimiendo al máximo a las clases más desfavorecidas.

El día a día de Spañistan siembra desprecio, odio, injusticia y violencia, curiosamente generada desde despachos de señores trajeados y no de jovenzuelos embozados.

La justicia de un país democrático ejemplar no consentiría jamás la inhabilitación de jueces como Garzón o Elpidio y jamás permitiría el cese de un juez como López Bernal, por atacar la corrupción, tampoco permitiría que ningún juez recibiera amenazas por hacer valer la ley. Un país ejemplar no permitiría hacerse con las riendas de la Fiscalía Anticorrupción (Manuel Moix), a alguien capaz de calificar de falta y no de delito el incidente de tráfico que protagonizó Esperanza Aguirre en la Gran Vía y mucho menos a sabiendas de que fue quien dirigió las acusaciones contra Elpidio, y gracias a él, se consiguió sacar adelante el caso de las tarjetas black.

Un país decente no permitiría que Urdangarín, ni Torres, ni la infanta, por muy hermana que sea del Rey, queden libres después de lucrarse ilícitamente de una fundación (y alguno-a dirá no están libres, y yo le digo, quedarán), del mismo modo, es inaceptable que Blesa y Rato por el saqueo de dos bancos, provocando un desfalco de 15,5 millones, se les condene a 6 y 4,5 años, ¿qué por qué?, pues muy sencillo, porque en un país democrático, entender que por ejercer el la libertad de opinión, gente como Valtonyc, se le condene a 3 años y 6 meses de condena por enaltecimiento del terrorismo, o a una estudiante se la condene a 2 años y medio por contar chistes de Carrero Blanco, o que a un joven se le impongan 3 años y medio por robar una bicicleta, o 6 años por pagar 79,20 con una tarjeta falsa, da buena cuenta de que la vara de medir, se confección en función de quien ocupa el banquillo de los acusados. Yo y mucha gente nos seguimos preguntando: ¿Dónde está la justicia?, ¿quiénes son esos jueces tan estrictos con la ley que ven la condena dependiendo del traje del acusado?, ¿da o no da asco?.

En este maravilloso país rescatamos bancos, que cobran cláusulas suelo (ilegal según la UE), se venden preferentes (por no decir directamente que nos timan), desahucian personas que no pueden pagar alquileres o letras, y ¿qué hace el gobierno?, ¿alguien duda qué debería hacer un gobierno en un país democrático consolidado?, ¿les hablo de Islandia?, no ¿para qué?... en Spañistán el gobierno no dudará ni por un segundo acudir a los brazos del indefenso banquero, a quienes el Tribunal de la U.E. ha castigado por ¿hurtar, timar, estafar?.

En este país modélico las necesidades básicas se convierten en lujos, pagamos por la energía eléctrica, no por la que consumimos, sino por la que les da por la gana a los mafiosos cobrarnos. Condenamos las energías renovables, las más baratas, las que menos contaminan, porque el viento y el sol, son de lo más caro que nos podemos permitir en este país de la indecencia, pero no pasa nada, tendrían que hacer lo mismo con el agua y quizás alguno despertara entonces de su letargo y se diera cuenta de la represión, regresión e involución a que se nos somete, y que el precio de la luz sólo era el primer paso. Entonces entonaríamos y haríamos nuestro el poema de Martin Niemöller (claro está, salvando distancias y situación): «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar.»

Un país en el que cualquier individuo de clase media baja, es potencialmente objeto de persecución, y los grandes potentados estafan, hurtan y dilapidan ingentes cantidades de dinero público, sin que nadie mueva un dedo por aplicar una condena ejemplar, entra en un círculo vicioso, en donde el pueblo contempla indolente, servil, cabizbajo, impotente, el reto de los poderosos en busca de un desafío mayor, todo ello con la connivencia de los tres poderes (ejecutivo, judicial y legislativo). Concluyo y haré mía la frase de Mary Wolstonecraf, puesto que mientras no se cambien las reglas del juego y la justicia sea implacable con todos aquellos que parasitan el estado, no habrá solución: Es justicia y no caridad lo que necesita el mundo.

Cartas

Número de cartas: 45922

Número de cartas en Septiembre: 26

Tribunas

Número de tribunas: 2080

Número de tribunas en Septiembre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador