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Un desastre anunciado

20 de Diciembre del 2009 - J. Jesús J. Suárez González (Gijón)

No hace demasiado tiempo, cuando empezaron a hacerse públicos algunos de los proyectos industriales, energéticos y de infraestructuras del Gobierno que preside el Sr. Areces, ya levantamos la voz advirtiendo del error histórico en que Asturias quedaría sumida si se seguía adelante por ese camino. El PSOE y el Gobierno de la pseudoizquierda han avalado unas políticas que, objetivamente no tenían futuro. Esta región pasó, a principio del siglo XX, de la economía del minifundio, de la casería y las vacas, a la del carbón y el acero y así se mantuvo durante años hasta que, sin la intervención del Estado, habría estado obligada a buscar nuevos nichos de actividad. En efecto, fue el régimen franquista y los primeros gobiernos de la democracia los que rescataron, con ingentes cantidades de dinero público, la minería y la siderurgia asturiana. Pero los tiempos cambiaron, llegaron las privatizaciones y España ingresó en la UE, donde las alegrías y la falta de ortodoxia económica se pagan muy caras. Cualquiera se habría dado cuenta que la minería del carbón, una vez agotadas las ayudas y subvenciones comunitarias, no tendría salida, pues las dificultades de extracción hacen que la hulla asturiana tenga un precio muy superior a la importada (ya lo verán ustedes, dentro de poco, en el recibo de la luz). Igualmente, no es un secreto para nadie que la antigua Ensidesa, después de que el Instituto Nacional de Industria pusiera decenas de miles de millones de pesetas, era una perita en dulce para los especuladores de la industria internacional, mas, si te la regalan. No hace falta ser muy avispado para suponer que, cuando las instalaciones de Arcelor empiecen a estar obsoletas y achatarradas y requieran grandes inversiones en modernización, el Sr. Mittal se irá para siempre. Algo de esto ya está sucediendo. Si quieren cifras tendremos que decir que la siderurgia de esta región ha pasado de 27.000 empleos directos a poco mas de 5.000.

En medio de esta coyuntura, cualquier gobierno, cualquier dirigente político, con dos dedos de frente, o que no esté fuertemente mediatizado por presiones sindicales, como las del Secretario General del SOMA-FIA-UGT, José Angel Fernández Villa, habría optado por una diversificación industrial con fuerte apoyo público, no solo financiero y de infraestructuras, también político-social, como en el País Vasco, favoreciendo el cooperativismo donde la iniciativa privada liberal no fuera suficiente. Aquí se apostó por obras faraónicas como la desmedida ampliación del puerto de El Musel, pensada para el atraque de mas graneleros cargados con mineral de hierro y carbón. Materias primas para alimentar una industria y camuflar subvenciones que ya tenían fecha de caducidad. Pero, además, la pseudoizquierda, con Areces al frente, tenía otras brillantes ideas. Una planta de biodiésel, una regasificadora, nuevos grupos térmicos, líneas de lata tensión (como Sama-Velilla) y 40 nuevos parques eólicos. Hoy, ya sabemos que el futuro de estos proyectos será similar al del famoso metrotrén de Gijón, en el que se han gastado muchos millones de los contribuyentes para nada, al menos en muchísimos años. Areces ha tenido mala suerte porque la crisis, con la caída del consumo eléctrico, ha acelerado las consecuencias de una planificación energética e industrial erróneas. Todo lo que está pasando no sería un drama para Asturias (al menos no vamos a empeorar demasiado la calidad medioambiental) sino fuera por que se ha perdido un tiempo precioso y, lo que es mas importante, unos recursos financieros imprescindibles para los imperativos cambios que nuestra tierra necesita. Areces y Villa se irán, dejando tras de sí una Asturias desindustrializada, endeudada, plagada de padres prejubilados y jóvenes parados, sin una vertebración económico-social progresista, que es lo que debe hacer la verdadera izquierda.

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