Rosette expone en la Fundación Alvargonzález
Un fotógrafo que sufrió como bancario.
Nos conocimos siendo infantes en el parque de Isabel la Católica, pero no nos volvimos a tratar hasta encontrarnos trabajando en Barcelona. De eso hace cuarenta años, y seguimos tratándonos.
Él era cajero en una oficina bancaria que sufría un atraco una vez al mes, o con más frecuencia. Nunca tuvo mucha empatía con sus jefes. Algo sorprendente, pues es persona afable y de conversación fluida y agradable. Por eso siempre prefirió el puesto de cajero: así podía tratar con la gente a través de la ventanilla y no con el jefe a través de una mesa. Aunque gente desagradable había, puesto que los atracadores llegaban y al primero que encañonaban era a él. Entonces él, con calma, levantaba los brazos y avisaba a sus compañeros: «¡Chicos! Debajo de las mesas que ya están de nuevo aquí nuestros amigos».
La exposición puede verse del 24 de febrero al 10 de marzo en la Fundación Alvargónzalez, de la calle Óscar Olavarría 11, de Cimadevilla en Gijón. Es de fotos que hizo entre 1969 y 1972; y que bien titula: «Caritas, caretos, carotas y otras cosas». Pero oigamos lo que él nos dice sobre ella.
«Gracias Leticia por esta presentación, estoy emocionado, es la primera exposición que hago en mi vida, así que mira.
Decía Napoleón que podía recuperar un terreno, un campo de batalla, una posición, una ciudad, pero que no podía recuperar ni un minuto del tiempo pasado. Entonces yo, en mi vanidad, quise recuperar ese tiempo con estas fotos de una época en la que yo estudiaba muy mal, muy mal, muy mal.
Mis padres estaban hartos y me decían una amenaza que hoy parecería ridícula:
- ¡Cómo no estudies mejor, vas a trabajar! -. Y dije yo:
- Pero si ya trabajo.
- ¿De qué?
- De fotógrafo
- ¡Madre mía! Eso es andar callejeando con una cámara a cuestas, golfeando por la calle, dejándote el pelo largo, y perdiendo el tiempo de una manera miserable.
Y este fue el resultado: las fotos que veis aquí: la gente variopinta de las fotos que veis. A los que estáis aquí, que no os caiga la lágrima fácil, ni os pongáis tristes porque os veáis más jóvenes o, algunos, por las ausencias que siempre hay de muchos de nuestros amigos, y que podéis ver aquí. Estas fotos son el fruto de andar por la calle cámara en ristre y... ¿Oye una foto? O ¡Ah, oye Rosette, ven para acá que puse unos vaqueros nuevos! Y eso mismo siempre... ¡Oye, que hoy estoy guapa para que me hagas una foto! Y fue así: coger la cámara, apuntar y disparar. Y... Nada más, daros las gracias por vuestra presencia, que disfrutéis de la exposición y... ¡A chumar! Por ser inauguración.»
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