Las pensiones de viudedad
En el edificio donde reside mi madre hay diez viviendas, cinco de ellas ocupadas por mujeres con más de 70 años de edad que van apañándoselas con los ingresos procedentes de la pensión de viudedad. Por lo que conozco, sus inquietudes no giran en torno a la variación de los valores bursátiles, la evolución de la macroeconomía o el comportamiento de la cotización del barril de petróleo, sino alrededor de asuntos cercanos y corrientes: el trabajo de los hijos, el futuro de los nietos, la cuota de la comunidad de vecinos, la avería imprevista en un electrodoméstico, la adquisición de alimentos o la factura de las medicinas. Y de un tiempo para acá se viene escuchando una canción cuya letra añade incertidumbre y desasosiego en el colectivo de personas con una pensión de viudedad (alrededor de 2,3 millones), pues habla de sacar estas pensiones (y las de orfandad) de la Seguridad Social para ser financiadas vía Presupuestos Generales del Estado. Con independencia de los cambios que pudieran llevarse a cabo al respecto, la cuestión esencial es si van a continuar gozando de las mismas garantías y derechos que el resto de pensiones o, por el contrario, pasarían a una situación de desventaja y mayor desprotección de la que tienen actualmente. Las necesidades elementales de la gente no disminuyen realizando ajustes o encajes de cifras.
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