Los estibadores

26 de Febrero del 2017 - Antonio Corostola Fernández (Avilés)

Estos días es protagonista el problema de los estibadores de puertos con su anunciada y ya ensayada huelga. Destaca sobre todo un gráfico con los ingresos medios anuales de varios colectivos. Los estibadores están a la cabeza de todos, superando el triple del ingreso medio anual de todo el conjunto. Es de destacar que los directivos y médicos que anteceden en el gráfico a los estibadores están en los cincuenta mil euros, mientras los estibadores superan los sesenta mil. Hablamos de sueldos medios anuales.

Días pasados, los implicados trataban de justificar sus elevados salarios en la dificultad de su trabajo, su gran responsabilidad y su peligro. Llegan a presentarse como garantes y responsables de la correcta estiba en el barco, ocultando, que no ignorando, que el responsable de la estiba es el primer oficial del barco y que, por ley, su propuesta no puede modificarse sin su consentimiento. Según ellos, su responsabilidad alcanza a que por un error pueden provocar una avería en el barco. ¿Qué me dicen de los conductores de autobús, situados en la parte baja de la escala de sueldos? Un error de ellos puede provocar la muerte de decenas de personas, sin que por ello estén situados a su nivel de ingresos, a mi juicio mereciéndolo más. Olvidan conscientemente que lo elevado de sus ingresos se debe sólo a que son los dueños del candado que controla las puertas del movimiento de mercancías de gran parte de nuestra industria.

Nací y crecí en "San Juan del lao de allá", justo enfrente del puerto carbonero, y algo de historia de los antiguos estibadores conozco; su entonces "empresa" la llamaban "la patronal", y los actuales son sus herederos privilegiados que por el desarrollo del país se encuentran con el momio de sus privilegios, que para sus ancestros casi era esclavitud. El tráfico en el puerto era casi exclusivamente carbonero y en lo que llamábamos la patronal había dos listas. Los de la primera (creo que por antigüedad) tenían trabajo todos los días y muchos estaban externalizados por los consignatarios. Los de la segunda lista eran llamados al trabajo en función de las necesidades y su función consistía generalmente en cargar a pala manualmente un vagón de veinte toneladas de carbón. Había un operario cuya única función era tener a punto las palas. La gran mayoría eran de Gozón y algunos venían andando desde el Cabo de Peñas y si no entraban en lista volvían a casa. Esos sí que merecían sueldos dignos. Si se les hubiera contado esta historia no se la habrían creído; la evolución fue a la inversa, mucho menor esfuerzo y salarios infinitamente más altos. Lo que no se comprende es que esta evolución es casi exclusiva de este colectivo. Mi padre se jubiló como gruista de lo que llamábamos con el anglicismo "DROS", que eran las grúas que volcaban los vagones de carbón en las bodegas de los barcos. Para poder financiar mi educación tenía que trabajar muchas veces todo el día hasta las doce de la noche y algunas veces hasta las seis de la mañana. Ese servicio era competencia de lo que entonces se llamaba Junta de Obras del Puerto y ahora Autoridad Portuaria. Cuando acabé la carrera, con mi hermano le fue más fácil, pues yo ya ayudaba. Hoy me atrevo a decir que mi padre, según Tierno Galván, pertenecía a "la categoría social de tonto", pues era obrero y de derechas, y, además, un aprovechado, pues en la Guerra Civil pilotó un hidroavión en la base de Ribadeo con el "bando vencedor" y después de casi cuarenta años "aprovechando esa circunstancia" y tras varios ascensos, se jubiló como gruista. Al padre de la exvicepresidenta De la Vega le fue mejor, en la Delegación Provincial de Sindicatos de FET y de las JONS. Se vivía bien y no era necesario trabajar de noche para educar a los hijos.

Resumiendo, y sin generalizar ni en puertos ni en individuos, muchos estibadores deben su ascenso social no a su esfuerzo y duro trabajo, sino a ser puerta para el movimiento de muchas mercancías. Por eso digo que es recomendable que cuando se tiene un trabajo que resulta estratégico hay que tener mesura en defender los privilegios, si los hubiera, y aquí los hay, pues de lo contrario además de poner en peligro el trabajo de otros pueden perder el suyo.

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