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Mañana me despertaré en la utopía y me acostaré en la realidad

22 de Diciembre del 2009 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Provengo de un país en el que en los últimos tiempos han preponderado los gobiernos del partido socialista. Ahora, estoy viviendo en un extraño país en el que: si bien es cierto que las clases privilegiadas protestan por lo excesivo de los impuestos, también es cierto que existe un modelo de sociedad capaz de otorgar un salario universal a cada uno de sus miembros. Siendo estos temas: impuestos y salario universal, los temas que establecen diferencias políticas. Pero ningún partido importante pretende modificar esencialmente tal modelo; consideran que esa es la forma con la que se otorgan libertad los unos a los otros. Otra curiosidad de este país, es esa tan manida cuestión de familia, sexo y sexualidad; aquí se aceptan cuatro formas diferentes de familia con sus correspondientes leyes y con sus correspondientes libros de familia: la monoparental, donde una sola persona se adjudica el papel de padre o madre; la formada por una pareja homosexual femenina; la formada por una pareja homosexual masculina y la formada por una pareja heterosexual. Cada una de ellas con su correspondiente ley que reconoce sus peculiaridades. Otra particularidad de este país es que, el trabajo del hogar, está reconocido con un salario añadido específico en función de las características de la unidad familiar y se otorga a uno de sus miembros. De esta forma, es el Estado quien se hace cargo de la remuneración por uno de los trabajos más imprescindibles para el crecimiento de la sociedad y su proyección al futuro. Es más, tanto el salario universal como este trabajo del hogar cotizan a la seguridad social como cualquier otro trabajo.

En este país donde las personas particulares dicen tener tan excesivos impuestos, las empresas, por el contrario, más bien tienen pocos. Digamos que la propiedad empresarial, como ente productivo, está bien separada y diferenciada de la propiedad particular del empresario. Pero claro, la propiedad de la empresa lo es directa o indirectamente de: accionistas propietarios y trabajadores. Es decir, que el beneficio empresarial que se reinvierte en la empresa como medio productivo, no está sujeto a los mismos impuestos que la parte del mismo que tanto empresario como accionistas y trabajadores se reservan a modo de salario o renta personal particular; y ésta sí que es la parte que está sujeta a mayores impuestos. En este país, el Estado es el mayor propietario de viviendas; unas viviendas que ni promueve ni construye, pero que sí compra para proveer de residencia de alquiler a los ciudadanos. Los cualeds, en su mayoría, no son propietarios de la vivienda en la que viven; pues, en alquiler, tienen más flexibilidad a la hora de mejorar su situación laboral. Sin embargo, sí compran una vivienda de descanso en el lugar que han escogido para ello.

Otra curiosidad, es como el Estado compra y vende acciones en el mercado bursátil de aquellas empresas en las que decide participar. Y, aunque parezca mentira a los sindicatos de otros países, el despido es absolutamente libre para las empresas. Ahora sí, existe una cotización previa de seguro de desempleo que, en su caso, se añade al salario universal. Por otra parte, los salarios que la empresa paga a sus trabajadores tienen en cuenta el salario universal que se paga a través de los impuestos. La filosofía del tema es que el Estado es como la Empresa de todas las demás empresas y, de esa empresa, nadie es despedido. Ahora eso sí, las empresas deben ser competitivas en relación al mercado mundial. Digamos que en este país el Estado garantiza las necesidades mínimas de las personas y la máxima igualdad de oportunidades. A pesar de todo ello, y de que no hay excesivas diferencias de clase, es tal la responsabilidad ciudadana que se ha conseguido que el nivel medio de ingresos económicos sea notoriamente superior al de mi país de origen.

Mañana cojo el avión para ir a pasar las Navidades con los míos, a mi país. Quiero contarles todas estas cosas y como es que pueden ser posibles. Ello me convertirá en una leyenda.

Feliz Navidad.

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