La posible renuncia de Munilla
El mismo día 21 de noviembre en que se hizo público el nombramiento de don Jesús Sanz Montes como arzobispo de Oviedo se dio a conocer también el de don José Ignacio Munilla Aguirre como obispo de San Sebastián, ciudad en la que nació el 13 de noviembre de 1961.
El 15 de diciembre, 131 sacerdotes guipuzcoanos, ente ellos 85 de los 110 párrocos, 11 de los 14 arciprestes, la mayoría de los profesores del seminario y el vicario de Cáritas, publicaron una carta en la que manifestaron su disconformidad con el nombramiento de Munilla: En modo alguno es la persona idónea para desempeñar el cargo de obispo y pastor de nuestra diócesis, indicaban.
Este grupo tan representativo de los sacerdotes de la diócesis no hablan a humo de pajas, dado que conocen perfectamente su trayectoria pastoral como sacerdote en la diócesis donostiarra: fue coadjutor de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Zumárraga desde su ordenación en 1986 hasta 1990 en que fue nombrado párroco de El Salvador en la misma villa, cargo en el que se mantuvo hasta que fue nombrado obispo de Palencia en 2006. Manifiestan que esa trayectoria estuvo profundamente marcada por la desafección y la falta de comunión con las líneas diocesanas.
Tampoco están de acuerdo con el procedimiento y la intencionalidad del nombramiento: Manifestamos nuestra disconformidad y desaprobación con la intencionalidad y el procedimiento seguidos con el nombramiento de don José-Ignacio Munilla como obispo de nuestra diócesis. Y expresan también: No se tuvo en cuenta ni se respetó el sentir de nuestra Iglesia diocesana y sus organismos pastorales.
En seguida que se hizo pública esta carta, comenzaron los ataques contra estos sacerdotes, tachándolos de nacionalistas, separatistas, simpatizantes de ETA y otras lindezas por el estilo, tildando también al obispo dimisionario, don Juan María Uriarte Goiricelaya, de parecidos calificativos, por lo que se pretendía dar un golpe de timón a una pastoral desvariada y nefasta. Conozco a don Juan María Uriarte desde que hace unos diez años nos dio ejercicios espirituales a los sacerdotes españoles en Alemania y he de decir que se trata de un pastor entregado en cuerpo y alma a la Iglesia. ¡Ya quisiera yo que hubiera en España muchos obispos de la talla humana y cristiana de Uriarte!
Subtítulo: En la diócesis de San Sebastián hay un conflicto entre dos modelos de Iglesia: el conciliar y el preconciliar
Destacado:Ha habido ataques a Juan María Uriarte, al que conozco, y he de decir que se trata de un pastor entregado en cuerpo y alma a la Iglesia
El conflicto que se está viviendo en la diócesis de San Sebastián no es fundamentalmente ni principalmente entre nacionalismo vasco y españolista, sino entre dos modelos de Iglesia: el conciliar y el preconciliar.
El modelo conciliar la ve como Pueblo de Dios, en la que cuentan no sólo el Papa, los obispos y los sacerdotes, sino también los seglares, que, por el bautismo, participan del sacerdocio de Cristo. Ésta es la visión que tuvieron nuestros dos grandes obispos, Tarancón y Díaz Merchán, pero que hoy está en minoría: Uriarte, José Sánchez, Ricardo Blázquez, Juan-José Omella, Cariaco Benavente, José Villaplana… y pocos más.
El modelo preconciliar contempla a la Iglesia como una estructura piramidal en la que cuenta, sobre todo y ante todo, la jerarquía: el Papa, los obispos y los sacerdotes. Esta es la concepción de Rouco, de Munilla, de Martínez Camino y de tantos otros obispos españoles.
El 30 de enero de 2009 el Papa nombró obispo auxiliar de Ludwig Schwarz, obispo de Linz (Austria), al sacerdote ultraconservador Gerhard-María Wagner. Pero, ante las protestas de los cristianos de esta diócesis, Wagner se vio obligado, el 15 de febrero, a pedir al Vaticano que retirara su nombramiento. Petición que aceptó el Papa el 2 de marzo.
Sería de desear que Munilla siguiera el ejemplo de Wagner y presentara su renuncia a la diócesis de San Sebastián. Honestamente pienso que sería lo mejor para la Iglesia.
Imaginemos qué pasaría si a un párroco de un arciprestazgo determinado, que nunca quiso participar en las reuniones arciprestales, le nombraran luego arcipreste de esa demarcación. ¿Con qué cara podría reclamar colaboración, solidaridad y comunión? Pues el caso de Munilla es algo parecido, sólo que para peor.
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