Daños y futuro

9 de Marzo del 2017 - Fernando Martínez Álvarez (Grado)

Los daños producidos al ganado o a la agricultura por los animales salvajes son un asunto de importancia en Asturias.

Los problemas que a ganaderos y agricultores ocasionan las distintas pérdidas, son causa a menudo de enfrentamientos; y siempre de incomodidades e insatisfacciones.

La Administración, de forma totalmente reglada por Resolución, satisface esas pérdidas, tras el preceptivo informe de los Guardas del Medio Natural.

Dejando aparte la cuestión de el mío non me lo pagaron o tasáronmelo muy bajo, el asunto es que está sobradamente probado, (por todos los años que lleva instaurado este sistema de indemnización), que los Guardas del Principado de Asturias llevan a cabo su trabajo de forma objetiva e imparcial, y realizan sus informes de técnicos auxiliares y de valoración ajustándose a las bases que les proporcionan los indicios que, minuciosamente recabados y analizados, constituyen la materia de su trabajo, que es su investigación de campo.

El retraso en el tiempo que agricultores y ganaderos deben soportar para el cobro de las indemnizaciones tiene que ver únicamente con cuestiones de procedimiento administrativo. (Ya lo dijo Cervantes: los escribientes, los mas pacientes). Pero esa indemnización es en realidad sólo un pago por carne, por restos de carne muerta; y el ganadero es seguro que preferiría vivo a su animal; para que creciera y produjera en el futuro. Un futuro que ya no será.

Al ganadero que ha sufrido la muerte de un ternero de, por ejemplo un mes y medio, se le indemniza con arreglo a un baremo general aprobado, que tiene en cuenta los precios medios de mercado para esa concreta clase de edad de su ganado.

El damnificado es seguro que debió de emplear su tiempo y fatiga por el monte para dar con el cadáver del animal. Y en ocasiones, sin dar con él; perdiendo por lo tanto toda posibilidad de reclamación, (sin habeas corpus). Pero el fondo de la cuestión que parece ser mas importante es que el hecho fortuito de esa muerte, de ese destino desafortunado ha interrumpido lo que podemos llamar un potencial de futuro.

Y es este un concepto, la potencialidad futura, sobre el que se basa la total dedicación del trabajo de nuestros ganaderos y agricultores. Su actividad no es otra cosa que sudor a futuro.

La venta de esa res, una vez fuera becerro o novillo, toro o vaca, supondria la materialización económica de ese potencial de futuro; del que toda la vida se vio obligada a vivir la gente del mundo rural por la propia dinámica que su ocupación conlleva. Sembrar para la cosecha, (en el futuro), plantar para los frutos,(del día de mañana), ganado para la leche, la carne, criar... Siempre trabajando ahora para recibir lo que vendrá.

Es esta una circunstancia que, (sin entrar, de ninguna manera, en discusiones vanas sobre la absoluta necesidad de la protección de las especies), creo que la Administración debe de tener en cuenta y valorar, no sé de qué manera, qué sistemas, cuáles métodos o criterios habrían de regir las posibles condiciones para el establecimiento de algún beneficio por ese mencionado carácter de la pérdida. Pues si se desea proteger en sus derechos a las escasas personas que actualmente quedan dedicándose a tan duros trabajos en nuestros campos y montes, si deseamos mantener y hacer pervivir la escasa Asturias rural que cada día sentimos más abandonada y reducida..., en fin... para eso están nuestros representantes públicos.

Alguien podría argüir que quizá se esté tratando aquí con puras hipótesis, conjeturas sin ninguna clase de fundamento, o también que ¿qué variedad de loco puede pretender que se subvencione la virtualidad?

Sin embargo hay un hecho evidente, que es la merma de un bien particular cuya estima radica en su capacidad potencial de aumentar de valor con el tiempo, y ser por sí mismo capaz de generar mas riqueza ulterior. No puede ser valorado el animal despedazado en unos restos de carne con relación únicamente al baremo vigente.

Una nueva visión, un diferente ánimo, en quien corresponda, debe de animar para trabajar en la búsqueda de fórmulas nuevas, con las que tratar adecuadamente este perjuicio a la cabaña ganadera asturiana y a los que aún sobreviven con ella.

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