Guerra sucia, guerra limpia
Parte del gremio mediático denuncia acoso por parte de una organización política. Lo singular del asunto es que han señalado al malo sin aportar pruebas, o sea; un niño me empuja en el recreo, pero sin acreditar moratón, aunque deslizando que podrían ser los de 3º A, que tienen mala fama. No tengo particular simpatía por el artefacto Podemos, esto conviene aclararlo que enseguida le llaman a uno pronazi bolivariano de la eta iraní o aluna mentecatez paralela, pero creo que la prensa requiere una urgente limpieza de fondos. Si se han sufrido amenazas, a la comisaría sin perder tiempo, con nombres, apellidos y el DNI en la boca. Lo otro es una vileza, la antípoda sin matices de lo que debiera representar la prensa fetén.
En mi opinión este extraño caso tiene como masa madre el deterioro progresivo del oficio, habituado sin remedio a hacer noticia de un tuit, a aceptar ruedas de prensa sin preguntas, a airear un rumor, a exhibir sin sonrojo filias incondicionales y otras aberraciones que en este espacio no tienen cabida. Naturalmente hablo en general, y asumo desconocimiento en profundidad, pero reacciono como ciudadano a quien obligan a merendar ciertas noticias extravagantes. Como muestra, el indigno botón de un dueño de periódico que presumía sin cortarse de que jugaba al pádel con el presidente del gobierno de aquellos maravillosos años, convengamos que de ahí a inventar conspiraciones sólo había un set de distancia. Y las asociaciones de la prensa libre y buena jamás dijeron esta boca es mía. Intuyo las presiones, manejos, componendas, insinuaciones y hasta órdenes directas que debe haber en algunas televisiones autonómicas, por ejemplo. Y el silencio ha sido siempre la norma. El silencio servil, cautivo, sumiso, manso y por tanto cómplice.
En este asunto, como en tantos, ha faltado seriedad y rigor, peor aún, para quienes estamos atentos la cosa desprende un sospechoso tufillo. Tanto es así que en apenas unas horas el supuesto notición ha desaparecido sin dejar rastro ¿Qué es lo que está ocurriendo? La prensa debe ser algo así como el cordón umbilical entre la ciudadanía y ciertas realidades, pero a estas alturas, y a tenor del aroma, ya parece que se ha descompuesto la placenta. O algo.
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