Incidencias de circulación en Renfe-Feve
Desde estas líneas quisiera que hiciese llegar mi reconocimiento y felicitación a Renfe-Feve por la magnífica iniciativa que viene adoptando desde hace un tiempo, de forma tan discreta, hacia la felicidad y responsabilidad ciudadana de sus viajeros. Acabo de comprender las desprendidas razones que subyacen a las tan injustamente llamadas incidencias de circulación que vienen incrementándose día a día en sus servicios. Al fin y al cabo, ¿es en realidad tan importante llegar a tiempo a nuestras citas, laborales o médicas, o tributarias, o notariales, o familiares. ¿O amorosas? ¿Acaso lo es? ¿Es tan importante saber, una vez arribados al andén, a qué hora partiremos –si es que lo hacemos–, a qué hora llegaremos a nuestro destino? ¿No nos está ofreciendo Feve-Renfe una desprendida oportunidad de disfrute del momento presente, de impermanencia, desapego y aceptación budista? Además, ¿acaso no deberíamos saber en todo momento, como contribuyentes responsables, esos horarios oscilantes en su generosa versatilidad? ¿No deberíamos ser conocedores telepáticos de las supresiones aleatorias de ciertos viajes? ¿No deberíamos agradecerles sus desvelos por hacer de su desinformación una virtud pedagógica, sobre todo desde sus interfonos, donde se encogen de hombros quienes se encargan de atender cualquier cuestión aclaratoria?
¿No es, pues, loable ese empeño de Renfeve por recuperar en nosotros aquellas adaptativas capacidades humanas primigenias que fuimos perdiendo en nuestro devenir pero que tanto aportaron a nuestra evolución? ¿Acaso no debe ser nuestro Principado un nuevo paradigma en su reconquista, y así poder alcanzar la felicidad de la aceptación, de la resignación, de la paciencia y de la sorpresa cotidiana que Renfeve nos regala ya casi a diario? ¿Acaso no deberíamos estar agradecidos por sus esfuerzos para hacer de nosotros, devocionales usuarios, núcleo de la nueva saludable humanidad, inmune al estrés, ajena a toda material dependencia del tiempo, forjada en inquebrantable espíritu frente a contingencias y adversidades?
Pablo Sanz Martínez, Oviedo
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