Elogio de la locura
El 17 de marzo se estrenó en Asturias el filme "Locas de alegría". Sobre él se ha escrito: "Es una película bonita, vital, imaginativa, desgarrada, alegre y triste". Se puede suscribir al 100 por ciento lo de bonita, vital, imaginativa y alegre, pero se debe añadir que es una excelente película, que de triste tiene poco, y de desgarrado, menos. Lo que las dos protagonistas han pasado y han hecho para que hubiera que internarlas en una casa de salud son cosas de un pasado que el espectador no vive en directo.
Las dos mujeres, muy bien representadas pro Valeria Bruni y por Micaela Rammazzotti, –dada la verbosidad e hiperactividad de la primera y el estado depresivo de la segunda (estados cuya conjunción correspondería a una psicosis maniaco-deprevisa, ahora cariñosamente llamada síndrome bipolar), se calificarían de "tronadas", si no fuera porque ninguna de las dos está loca, sino que han reaccionado psíquicamente a las contrariedades de sus vidas de forma intensa pero radicalmente contrapuesta.
La película es básicamente alegre y divertida, de risa y de sonrisa, de entretenimiento incesante, con un trasfondo que no debiera llamarse drama y con un fondo humanístico ajeno a convencionalismos. Hay momentos de emoción y de ternura, como cuando Micaela ve al niño a hurtadillas o, en otra ocasión, a las claras, en la playa de Viareggio, cerca de Pisa y de Lucca. La inteligente dirección de Pablo Virzie, el guión y todo el elenco hacen que se velen los hechos emocionales para no adelantar acontecimientos y poder así acabar la película en su amable presente.
La curación de las dos "locas" se inicia con su escapada furtiva del psiquiátrico por los bellos parajes y localidades de la Toscana y se completa con la gran afinidad y amistad que surge entre ellas, que las convierte en "Locas de alegría" y que se fundamenta en el principio de que los polos opuestos –depresiva-hiperactiva, en este caso– se atraen y se neutralizan.
La sensibilidad y el oficio del director dejan a la intuición del espectador entrever un segundo final –la solución de los problemas que las llevó al desequilibrio– para el cual Virzie va dejando rastros sutiles a lo largo del filme.
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