Todos somos emprendedores
El ser humano está siempre en perpetua actividad trabajando en la empresa de su existencia. Nunca deja de analizar y evaluar. Ambos verbos se yuxtaponen en un torbellino de ideas y emociones en el mismo proceso de pensamiento. Ocurre antes, durante, y después del mismo. Así es como la existencia transcurre entre los segundos que se agolpan empaquetados en las horas que almacena el día. Todo empieza con una suerte de inspiración surgida como un sueño en un instante, luego crece dialogando entre la emoción creadora y el propio pensamiento. Es la etapa de la investigación.
Cuando el pensamiento se va concretando, requiere transcribirse para poder compartirlo en reflexión consigo mismo o con los demás. Surge así un producto intermedio capaz de permanecer en el tiempo y transmitir la idea. Es la etapa del diseño o escritura. Etapa previa a la etapa de realización del producto final que se desea compartir exponiéndolo al análisis y evaluación de la gente o clientes, que es la etapa del desarrollo.
En esa evaluación comercializadora se va poniendo en valor tanto al producto como al productor. Para que un producto sea puesto en valor, no sólo requiere que haya una demanda que le ponga el precio, sino que haya un dinero para pagarlo. Cuando todo esta actividad emprendedora se agrupa en un gran numero de personas, al valor de esa suma de dinero obtenido por todas ellas, dividida por el número de ellas, se le llama producto interior bruto. Es la etapa de la comercialización o de la economía.
Como resultado de la actividad comercial o económica, se analiza y evalúa el resultado final. Pero sería una gran equivocación hacerlo en función del dinero obtenido únicamente, pues el verdadero análisis para una evaluación correcta no está en el dinero obtenido, sino en el diálogo establecido con las personas que se interesaron por el producto, aunque no alcanzasen a comprarlo por no disponer del dinero necesario. De ese dialogo surgirá de nuevo una suerte de inspiración que nos motivará a evolucionar e innovar comenzando de nuevo. Es la etapa de la innovación o evolución. De esta forma se completa el círculo.
Si todas las personas son así de activas y este proceso circular emprendedor existe, ¿por qué se detiene a las personas desocupándolas e impidiéndoles tener libertad para poder desarrollar a pleno rendimiento su actividad de: compartir, producir y evolucionar? ¿Por qué no existe desde hace tiempo una Renta Básica Universal e incondicional que, más allá del umbral de la pobreza, elimine ésta y permita la actividad libre emprendedora de personas, solas o asociadas, formalizando empresas que faciliten su existencia? Nos falta la inspiración que, como un sueño, nos haga dialogar con todo el mundo y ver la necesidad de tal innovación. En Alaska ya han tenido ese sueño de compartir, producir y evolucionar. En Finlandia se ponen a ello. Noruega y Suecia hace tiempo que buscan dinamizar la existencia de sus ciudadanos con un Estado del bienestar común. ¿A qué espera el dinero en España: a acumularse deteniendo el flujo de la economía y el progreso para que, estancado, lo corrompa todo y empobrezca el país, o a que nos quedemos helados y sin norte, mientras nos supera la fecha de caducidad de una existencia prestada?
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