Alcohol y mujeres
Por la boca muere el pez. Se llama Jeroen Dijsselbloem, socialdemócrata holandés y es el presidente del Eurogrupo y puede perder su relevante cargo por un exceso verbal. Esta vez no es una turbia grabación telefónica. El pecado vino en entrevista a un diario alemán, a quien manifestó: "los países del sur de Europa gastan el dinero en mujeres y alcohol y luego piden ayuda. ¡Toma ya!
Este relamido personaje, por no decir pijo, que suena a la vez más suave y más fuerte. Pero a JD (como es tan impronunciable su apellido lo abrevio), como a todos los pijos del universo conocido le gustan la gomina y los trajes caros. En cambio no le gustan nada los pobres o los países del sur, que le estropean las vistas desde su despacho. A un periodista de del "Frankfurter Allgemeine Zeitung" se lo ha explicado en una sola frase, hablando de la chusma morosa de España, Portugal y Grecia.
El error de Dijsselbloem se agravó al día siguiente en el Parlamento europeo, cuando se negó a pedir disculpas por esas frases insultantes, como le exigieron algunos eurodiputados españoles. Por ello fue asimismo recriminado por parlamentarios de su propio grupo político: "No hay razón o excusa para usar ese lenguaje, especialmente para alguien que se supone que es progresista.
La presión sobre el holandés últimamente se incrementó aún más, y lo que parecía iba a ser un rifirrafe entre Dijsselbloem y políticos españoles se extendió a todos los gobiernos del sur de Europa, los famosos PIGS (acrónimo de Portugal, Italia, Grecia y España en inglés).
El Eurogrupo, como bien es sabido, es la reunión informal de los ministros de Economía y Finanzas de los estados miembros de la Unión Europea. Tiene la misión de estudiar, coordinar y aplicar la política económica común entre los países que han adoptado el euro y ha ido adquiriendo relevancia a raíz de la crisis de la deuda y del rescate de Grecia. No tiene sentido, pues, que el presidente de este foro tenga excitados a varios gobiernos miembros por unas declaraciones absolutamente improcedentes que denotan un desprecio total hacia los ciudadanos de esos países que, con mucha razón, se sienten vejados.
Lo lamentable del caso es que cuando van a ser conmemorados los sesenta años del Tratado de Roma, origen de la Europa unida, todavía haya en el continente dirigentes de partidos que construyen discursos norte-sur nada matizados.
Por ello, creemos que se puede mandar al señor Dijsselbloem al sitio que le corresponde: a su casa, a plantar tulipanes con su esposa, o con quien sea, si es que las mujeres no son de su agrado.
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