Austeridad, señor presidente
No hace mucho tiempo el presidente del Gobierno dijo que es indecente que mientras la inflación en el país es del 1%, los funcionarios, además de tener plaza fija, se benefician de una subida salarial del cinco por ciento.
Y aunque es muy cierto todo ello, me gustaría replicarle al señor Rodríguez Zapatero que existen también otras muchísimas cosas que pueden considerarse indecentes, indecorosas y hasta vergonzosas. Vayamos con algunos ejemplos. Poco o nada decente es que un catedrático de Universidad o un cirujano de la sanidad pública ganen menos que el concejal de festejos de un Ayuntamiento de tercera categoría; indecente es que el salario mínimo interprofesional sea de 624 euros/mes, y el de un diputado, 3.996, pudiendo incluso llegar éste con dietas y otras canonjías a 6.500 mensuales.
Asimismo, es indecente que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca aprovechando, cómo no, la avenencia de todos los partidos. Mucho más que menos es indecente comparar las percepciones por jubilación de un diputado y de una viuda, pongo por caso, y que un ciudadano raso tenga que cotizar durante 35 años para poder cobrar una pensión de jubilación mientras que a los diputados les baste únicamente con siete. Y los miembros del Gobierno –usted lo sabe muy bien, Presidente– para cobrar la pensión máxima solamente necesitan jurar o prometer el cargo. Indecente es, igualmente, que los diputados sean los únicos trabajadores (consiéntaseme denominarlos así) de este país que están exentos de tributar por un tercio de su sueldo en el IRPF. Así, más o menos decente es la ingente cantidad de dinero destinado al sostenimiento de los partidos políticos, aprobada por todos los «colegas» que también viven de ello.
Y, para finalizar, que no por último, pues la lista podría ser más extensa, poco decente es que a un político no se le exija superar una prueba de capacidad para ejercer su cargo.
Por tanto, señor presidente, permítame no citar más indecencias, abusos y humillaciones populares, y sí, por el contrario, sugerir austeridad a todos los niveles, pues pienso –y como yo muchísimos compatriotas– que debieran ser todos ustedes, todos sin excepción, los primeros en dar prueba fehaciente de sobriedad y mesura.
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