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El mal momento de consideración que vive la caza

9 de Abril del 2017 - Eduardo Bros Martínez (Oviedo)

No cejan los ataques tóxicos que se vierten sobre la actividad cinegética, mas, por el contrario, aumentan en grado de intensidad.

Hay motivos suficientes para pensar que la caza social, concretamente en Asturias, carece de resortes defensivos y de representatividad institucional eficaces para orientar con espíritu docente creativo la transcendencia de su buen ejercicio. Objetivamente, esta situación es una realidad incuestionable que obedece a un estado de nula actividad lectiva (la Federación, en el limbo).

No obstante, este preciso escenario tiene otras connotaciones que pueden ser motivo de reconvención para el sector. Difícil que en Asturias se promocionen corrientes divulgadoras dentro del gremio de los cazadores; faltan iniciativas determinantes para consolidar la formación de una unidad de acción, que tengan como objetivo reivindicar mejoras de aceptación y otras causas por la ciudadanía. FADOVISA, en quien se tenían depositadas ciertas esperanzas, se ha centrado en aspectos meramente burocráticos, más que otra cosa.

Referente al mal momento por el que atraviesa la caza social en Asturias, no se dice en virtud de una pérdida de actividad en este ejercicio. En la actualidad, se caza bastante y bien en resultados, aunque se debe señalar que siempre por los mismos, cada vez menos, por falta de relevo generacional. A diferencia de otros tiempos, hay oportunidades, incluso para el cazador de economía modesta, especialmente en la modalidad de la mayor, antaño, no hace mucho tiempo, dominada por cotos privados exclusivos de unos pocos. En ese campo de la equidad, afortunadamente, el vuelco, por suerte esperemos que dure, ha sido sustancial.

El problema es otro. Nos ha llegado al sector de la venatoria creciendo en intensidad, amenazando peligrosamente constituirse en irreversible. La utilidad de la caza como instrumento de gestión y ordenamiento que ejerce sobre el control, fomento y protección de un patrimonio natural público referido a especies cinegéticas y aquellas otras clasificadas como protegidas pierde enteros de forma trascendente en cuanto a credibilidad por la sociedad, merced a un programa bien definido y orientado en su contra.

La llama de la actividad tradicional de la caza en su vertiente corporativista corre serio peligro de extinguirse; la amenaza es muy seria si se consolidan algunos movimientos ultras del ecologismo que tratan de incluirse y estabilizarse en el sistema político. El sector de la venatoria está viviendo en un contexto de claros indicios inquisitoriales identificados por su origen en cuanto al método empleado.

Una técnica descriptiva censora que intenta tenazmente imponer su voluntad a través de la extraversión y agresividad verbal convertidas en afanosos insultos y vejaciones contra miembros del colectivo se sucede en paralelo como nunca antes se había visto, con otros de violencia física emprendida contra sedes de organizaciones cinegéticas, que no cesan.

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