Desguace en la Educación
Mal hace el Gobierno regional del Principado en permitir que el dúo Migoya-Riopedre (tanto monta..., o casi) campe a sus anchas por el proceloso mar de la educación asturiana, a cuya agitación contribuye de manera esencial ese fatídico dúo con sus disparatadas actuaciones. Disparatadas e injustas por cuanto han conducido a los docentes a una situación de segregación arbitraria, gratuita, ilegítima e ilegal.
No deja de resultar extraño e incomprensible que el señor Riopedre, que tantas veces se ha enorgullecido del sistema educativo asturiano llegando incluso a declarar que el fracaso escolar no era un problema de aquí, se dedique en los últimos tiempos a desguazar ese sistema utilizando como herramienta fundamental la división, la fragmentación y la atomización de los docentes so capa de un innovacionismo aberrante y totalmente experimental. Operación desguace, que afecta además a la estructura de la propia Consejería, cuyas competencias han sido usurpadas por la señora Migoya en una maniobra de «encantamiento» mediante la cual el edificio de la plaza España y su inquilino quedan reducidos a simple cascarón, y la educación pública asturiana se convierte en puro mercantilismo, una desnaturalización al alcance de la señora Migoya, en cuya cabeza parecen bailar más los números que las ideas.
No se entiende cómo el señor Riopedre, viniendo de donde viene académicamente, puede hacer tales migas con la señora Migoya, dando por bueno este desprecio general a los docentes y, en definitiva, a la educación pública asturiana. Las consecuencias de esta situación no son precisamente halagüeñas; pero una cosa es clara: de aquí solamente puede resultar un beneficiario, la empresa privada.
Confiamos en que el Parlamento asturiano sea lo suficientemente honesto como para no permitir que este descalabro se consume dando luz verde a una pirueta legislativa totalmente infumable, cuya finalidad no es otra que burlar a la Justicia. Y si esto vale, entonces todo vale.
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