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Libertad, igualdad, fraternidad.

31 de Marzo del 2017 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Debemos deshacernos de toda dominación para poder elegir antes de actuar. Lo cual exige conocimiento y evitar las emociones: ira, dolor, miedo...

Para elegir y discernir el bien, será preciso que la verdad nos libre de toda ignorancia. La verdad (como la libertad) nunca es tuya, sino de los otros. El torturador se justifica con poder salvar futuras vidas inocentes cuando le dice al torturado terrorista: «Tú mismo serás quien se haga daño si no me dices la verdad». Un diálogo infernal de arrogancia, desigualdad y engaño. «Cualquier cosa que se pueda decir que una cosa es, ¡no lo es! Un mapa no es el territorio que representa» (A. Korcybski).

Tracemos entonces un mapa del más allá y supongamos que nuestra conciencia es una resonancia cuántica que no ha desaparecido con la muerte, sino que pasa al universo como un alma inmortal. El primer estadio tras la muerte sería el de la libertad. Las conciencias, liberadas de toda ignorancia, sabrían lo que esconden en su interior y el cosmos mostraría toda su evolución. Una evolución que, de alguna forma, interfirió en su vida anterior. Porque: ¿quién conoce aquello que requiere la evolución? Como cualquier otra manifestación cuántica, la conciencia tendrá masa y podrá quedar atrapada en el infierno gravitacional de la materia junto a otras almas. La conciencia necesitará energía para poder trascender a tal gravedad. Sin embargo, como resonancias cuánticas, tendrían comunicación instantánea con todas las demás almas y, siempre, encontrarán al espíritu redentor que, bajando a los infiernos, las ayude a trascender. Un redentor que establece un diálogo de reconocimiento con todas ellas ayudándolas a librarse de la atracción del infierno si así lo desean. Porque siempre serán libres de elegir: si desean redimirse o quedarse en el infierno, y según su vida anterior elegirán; pero nunca serán abandonadas. Alcanzada la energía de escape, será posible la aceptación de la verdad de todas las otras conciencias y su personalidad. Entonces, las almas pasarán a un estadio superior de revelación: la mutua igualdad. No podría ser de otra forma pues, tras la aceptación de las diferencias en un diálogo tú a tú sin ningún tipo de reproche, traspasan la puerta de la igualdad. Las almas, así, serían felices si no supiesen que existe un más allá a ese espíritu de equidad que hace evolucionar todo lo visible y lo invisible. Un espíritu perfecto y libre, que les está diciendo que pueden alcanzar la fraternidad en común unión con lo externo a este finito y cíclico universo. Un universo que volverá a contraerse en un nuevo Big Bang, con una nueva evolución. En donde algunas almas irían quedando fuera de sus ciclos en la fraternidad eterna con el creador, y otras quedarían atrapadas en la etapa inflacionaria del nuevo Big Bang.

Las conciencias cuánticas así concebidas, tendrán muchas procedencias, incluso de lugares muy lejanos de más allá de la luz de las galaxias.

Un atrevido mapa es éste, en el que el todo está contenido en un lema.

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