Sobar contra el cáncer
Viernes 31 de marzo. Me levanto tras dormir mal, desayuno mal y soy infeliz. Leo en la primera página de LA NUEVA ESPAÑA, en una reseña sobre las charlas de ciencia de esta casa, que la oncóloga Paula Jiménez (de la que estoy seguro es una profesional soberbia) afirma que la clave para vencer el cáncer es dormir bien, comer bien y ser feliz... Ouch. Me han pillado.
En 2013, a mi madre le diagnosticaron un cáncer de pecho. Fue una detección temprana, con lo que hubo tiempo de sobra para administrar quimio, un poco de radio, y reducir al malnacido a una mínima expresión para, finalmente, extirparlo un año después. Mi madre es una mujer feliz, valiente, vital. Intentamos comer bien (que no es barato, en el mundo de hoy). Duerme bien, a pesar de los ronquidos de su contrario (que yo he heredado). Esta historia, al contrario que muchas otras, tuvo un final feliz y hoy mi madre es 100 por ciento "cáncer free". Pero no por ser feliz y dormir bien, sino por la detección temprana. Detección temprana, quédese con esto.
Lo que salva vidas es la investigación del cáncer. Sobre su detección y tratamiento.
Por supuesto, comer saludable, dormir bien y ser feliz ayuda. Pero atribuir la cura milagrosa a estos tres lujos de la vida moderna crea una narrativa peligrosa que culpa a los pacientes de su condición. ¿Acaso Steve Jobs no era feliz, no comía bien? (lo de dormir mal, no me extraña, viendo el precio de sus creaciones). ¿Qué hay de los niños que mueren por cáncer, no eran lo bastante felices? ¿Saben ustedes que un adolescente estadounidense llamado Jack Andraka desarrolló en 2012, junto con la John Hopkins University, un método para detectar el cáncer pancreático al 90 por ciento de efectividad y con un coste de tres centavos de dólar?, ¿no? Exijan saber datos como estos. Exijan que el Gobierno invierta en investigación. Exijan ciencia. Cuando el cáncer sea un recuerdo pasado, podremos ser felices, comer a gusto y dormir bien.
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