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Arte prehistórico franco-cantábrico y Mesopotamia

7 de Abril del 2017 - Rolf Beyebach

En las últimas décadas han acontecido muchos importantes descubrimentos científicos sobre el arte prehistórico franco-cantábrico, ante todo en el sur de Francia (Chauvet, Lascaux, etcétera) hasta concretamente Cantabria y Asturias.

Lo más antiguo sobre el hombre de nuestra región son los numerosos materiales líticos (Achelense superior) descubiertos en el Cabo Peñas, desde 500.000-300.000 años, que evidencian que un grupo de "Homo heidelbergensis" vivió algún tiempo en aquel lugar. Es el asentamiento más antiguo del norte peninsular, al lado del cual apareció un segundo, posterior nivel de ocupación, descubierto en los años noventa y hasta hoy sin seguimiento.

La cueva de El Castillo (Puente Viesgo, Cantabria) le sigue en el tiempo, pero ocupada ya ahora por el "Homo neandertalensis" desde 40.000 años como mínimo –el Paleolítico medio es el período Neandertal (60.000-35.000 años)–, dejándonos, además, esta cueva, con sus 275 figuras, ¡el arte paleolítico más antiguo del mundo!

De esta "nueva" especie de hombre fueron sepultados hace 49.000 años nueve individuos por un corrimiento de tierra en la cueva de El Sidrón (Piloña), como se descubrió recientemente en el año 1994 del siglo pasado, y que también nos proporcionó muy importantes datos científicos referidos a la genética (secuenciación mitocondrial completa del neandertal). Asimismo, en la cueva se encontraron pequeños restos de pinturas (¿ya del "Homo neandertalensis"?).

En el sur de Francia son, sobre todo, las cuevas de Lascaux (1940) y Chauvet (1994), que desde alrededor de 37.000 hasta 24.500 años fueron decoradas con hermosísimas pinturas rupestres, todo ello en plena época glacial, aunque ahora ya por el "Homo sapiens sapiens", o sea, el hombre moderno, nosotros.

De él también son las famosas pinturas en la cueva de Altamira, de Santillana del Mar, denominada por su extraordinaria hermosura como "Capilla Sixtina de la Edad de Piedra" (35.600-13.400 años, Patrimonio de la Humanidad), y las de la cueva de Tito Bustillo (22.000-10.000 años), como muchas otras cuevas.

Está claro que durante los últimos milenios de la dura glaciación global (110.000-12.000 años), el hombre, tanto el neandertal primero como el sapiens sapiens después, encontró cobijo en las numerosas cuevas cársticas de toda la cornisa cantábrica, dejándonos como testigos esta enorme cantidad de arte paleolítico.

La ciencia explica que con este temprano arte queda demostrado que ya entonces el hombre, que algunos todavía llaman "primitivo", fue capaz de pensamiento simbólico y expresión artística.

Subtítulo: "Cuna de la civilización" y evolución humana

Destacado: Volviendo al arte prehistórico franco-cantábrico, el más antiguo y abundante del mundo, estos hombres, sin embargo, nunca llegaron a evolucionar al primer eslabón de la civilización

En aquellos milenios el hombre también creó arte prehistórico, por ejemplo en África, Australia (aborígenes), Asia y América (Brazil Pedra Furada, Serra de Capivara, éste último descubierto en 1973, y que ¡existe desde hace 32.160 años!).

Volviendo al arte prehistórico franco-cantábrico, "el más antiguo y abundante del mundo", estos hombres, sin embargo, nunca llegaron a evolucionar al primer eslabón de la civilización.

Éste, en cambio, se dio en la lejana Mesopotamia, hoy considerada la "cuna de nuestra civilización". Allí sólo en 1994 el arqueólogo alemán Dr. Klaus Schmidt descubrió debajo de una colina, llamada Göbekli Tepe, en el sureste de Turquía, el primer santuario del mundo, levantado por nómadas hacia el final de la última época glacial, sobre 10.000 años a.C. (o sea, que ¡6.000 años antes de Stonehenge!), y que llevó a la "revolución neolítica euroasiática".

El santuario fue construido con gran número de enormes monolitos en forma de T, en parte de hasta 7 metros de altura y 50 toneladas de peso, todos decorados con impresionantes relieves tallados de hombres y, sobre todo, animales salvajes. Se calcula que para la extracción, transporte y colocación de cada uno de estos pilares se necesitaban hasta 500 personas, nómadas entonces, pero obviamente ya no en pequeñas bandas.

Hacia 8.000 a.C., todo el santuario fue cuidadosa y totalmente enterrado, quizá por orden de un sumo sacerdote o un Donald Trump de la Edad de Piedra, pero así llegó hasta nosotros muchos milenios más tarde en sorprendente buen estado de conservación.

Posiblemente ya en Göbleki Tepe el hombre había comenzado a domesticar animales, dejando paulatinamente su vida de cazador-recolector (depredator) por una vida sedentaria (productor), porque había descubierto regar las tierras, cultivar cereales e inventado así la agricultura y la ganadería, que le facilitaron una vida más segura.

En los milenios de la siguiente revolución neolítica en la "media luna fértil" (Mesopotamia, desde los valles del Nilo y Jordán, Levante mediterráneo, hasta Persia, etcétera) el hombre con vida ya sedentaria en pueblos y luego ciudades –por ejemplo, Uruk tenía en el tercer milenio ya entre 50.000 y 80.000 habitantes– va haciendo importantes inventos, como la cerámica, la rueda, aprende a trabajar el cobre y luego el bronce, el arado del suelo, e inventa la escritura (2.650 a.C., "Epopeya de Gilgamesh"), el cálculo, el sello cilíndrico, la astronomía… Y formó estados, tenía sus dioses y diosas, hasta llega a tener grandes imperios (persa, griego, etcétera).

Por otro lado, volviendo ahora a tantos "tempranos" milenios en la zona franco-cantábrica, y precisamente donde el hombre había creado el arte prehistórico más antiguo y abundante del mundo, por mucha mentalidad simbólica y expresión artística que le atribuye la ciencia, curiosamente no se encuentran vestigios como los fantásticos descubrimientos culturales de Oriente. Solamente sí quedan aquí del Neolítico final algunas necrópolis, como en nuestro monte Areo, la mayor de toda Europa (con monumentos megalíticos, 35 túmulos, una cantera prehistórica, etcétera), y otras. Era poca evolución.

Evidencias de agricultura y ganadería aparecieron aquí sólo milenios después de su comienzo en Oriente, quizás incluso reciente en el primer milenio a.C.; por lo menos tenemos evidencia de que en este milenio los habitantes del castro de la Campa Torres ya practicaron la ganadería y la agricultura.

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