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Revilla y la invención de la tradición

18 de Abril del 2017 - Carlos Pérez (Xixón)

En todo tiempo y lugar, los pueblos se adaptan al medio en que viven, generando y produciendo sus propias manifestaciones artísticas, históricas y culturales, que configuran a lo largo de los siglos su identidad. Sucede, en ocasiones, que territorios vecinos poseen tradiciones diferentes, al haber evolucionado de forma distinta en función de las diferentes influencias recibidas. Lo llamativo es que en la actualidad, a veces, ante la ausencia de una identidad propia y bien definida, algunos se lanzan a la incorporación en su territorio de elementos culturales ajenos, haciéndolos pasar como propios, en el marco de un proceso de invención de una tradición, buscando, quizá, algún tipo de beneficio económico o electoral, éste es el caso del señor Revilla.

Revilla, que hasta la época de la transición había sido un firme defensor del franquismo y destacado miembro de Falange, abandonó a José Antonio para abrazar el regionalismo triunfante. Pero la provincia de Santander se desarrolló cultural y administrativamente como un territorio castellano desde la Edad Media, hasta que con las autonomías se introdujo el concepto de Cantabria, buscando legitimar la existencia de la nueva autonomía, aunque ésta carecía de una tradición propia y diferente de la de Castilla, salvo quizá la parte occidental de la provincia, conocida como la Asturias de Santillana, donde se aprecian elementos de cultura popular asturiana.

Así las cosas y con el objetivo de construir una nueva tradición, podemos apreciar cómo desde la margen derecha del Deva se habla de una gaita astur-cántabra o gaita cántabra [SIC], sin ninguna base histórica. Continuando con los disparates santanderinos, una empresa de esa ciudad comercializa una bebida de manzana fermentada con la que pretenden imitar en nombre, envase y servicio a la sidra asturiana, sin conseguirlo. Pero, sin duda, donde se llega al summum de los despropósitos es a la hora de hablar de Pelayo: pretende el señor Revilla hacer creer a propios y extraños que el primer rey de Asturias era cántabro y nacido en Cosgaya, sin justificar esta afirmación con ninguna prueba o documento (tal cosa no existe). Tan sólo le basta con repetirlo de televisión en televisión.

A Revilla y a sus adeptos se les pueden argumentar varias cosas, por ejemplo, que en la versión rotense de la crónica de Alfonso III leemos que el territorio de Liébana, donde se encuentra Cosgaya, se pobló durante el reinado de Alfonso I, no antes. Además, el reino surgido de la batalla de Covadonga se llamó Reino de Asturias y su corte se trasladó hacia el oeste, de Onís a Pravia, y de ahí a Oviedo, y por último a León, buscando el interior de Asturias, hasta que se pudo dar el salto a la Meseta. Si hubiera sido cántabro el reino o su fundador, lo lógico sería pensar que se movería hacia su territorio, hacia el este, pero no fue así.

La Historia es la que es, y no se puede modificar a base de estatuas de Pelayo como la de Cosgaya, máxime si son erigidas en 2011, en mitad de una profunda crisis económica. Pero cada cual tiene sus prioridades y este señor, que nunca ganó unas elecciones, pretende darnos lecciones a todos.

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