Hasta siempre, doctor Barthe
En estos días se ha hablado y escrito mucho sobre el doctor Barthe Aza, motivo por el cual lo pensé mucho antes de escribir estas palabras por no querer que sonaran reiterativas, pero sentía la necesidad y la obligación de dedicarle un sencillo homenaje al que fuera mi jefe.
Fui su secretaria durante diecisiete años y nunca dejé de tener contacto con él en estos diez años que llevaba jubilado. Como alguien dijo, era uno de los últimos caballeros que quedaban, trabajador, honrado, humilde, caritativo... Como bien dijo el doctor Sánchez del Río, con el que también trabajé, quien no tenía dinero para pagar la consulta y a él le constaba no le cobraba. Creo que la mejor definición que se puede hacer de él es que era muy buena persona, tanto que como político una vez le dije que no tenía el perfil para ello y me respondió: “No me digas eso, que también me lo dijo mi secretaria de la Junta”. Pero a él le gustaba, estaba por vocación y no como una forma de ganarse la vida. Una vez de muchas que salíamos de la consulta a las diez de la noche me dijo: “Y ahora me voy a una reunión del partido”. Le dije: “Ya tiene ganas con lo tarde que es”, a lo que él me respondió: “Sabes el refrán que dice sarna con gusto no pica, eso es lo que me pasa a mí”.
En su faceta de político dedicó mucho de su tiempo a luchar por aquello que creía justo y para ello tuvo que sacrificar a su familia, su consulta, no dedicándoles todo el tiempo que hubiera querido y todo para en algunas ocasiones granjearse algún disgusto que otro.
Aunque nacido en Pola de Lena, me consta que estaba enamorado de la ciudad de Oviedo y se sentía tan ovetense como el que más.
En cuanto a mi relación con él, fueron muchos días y muchas horas al día trabajando juntos. Nunca hubo por su parte un mal gesto, una mala palabra, todo lo contrario, siempre fue cercano y amable conmigo, demostrándome su confianza en todas las tareas de responsabilidad que en mí me delegaba, el mismo trato que me dispensaron Cheres y sus hijos, haciéndome sentir una más de la familia.
Siempre digo que he tenido la suerte y el privilegio de tener como jefe a una persona excelente, difícil de superar, y por eso la pena que ahora siento al pensar que no lo volveré a ver. La última vez que hable con él fue una semana antes de entrar en el quirófano, estaba muy animado, Barthe siempre era muy optimista y positivo, no pensé por un momento que iba a ser la última vez que lo hiciera.
Siempre lo recordaré, porque una persona con esa calidad humana es difícil de olvidar y su huella quedará marcada y perdurará en todas las personas que lo conocimos y por supuesto en su Oviedo y en Asturias.
A su familia, a la que estoy muy unida, quiero deciros: a ti, Cheres, que la vida te ha concedido el haber tenido durante 58 años un compañero de viaje único, un hombre bueno, marido ejemplar, una persona vitalista, con don de gentes, volcado en las actividades socioculturales de su tierra y que hizo de ese viaje tu mejor regalo; a vosotros, Mercedes, Adolfo, Marta, Isabel y Elena, que habéis tenido en vuestro padre un ejemplo y referente a seguir.
Ánimo, familia, y hasta siempre, doctor Barthe.
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