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¿"Por muchos" o "por todos"?

26 de Abril del 2017 - Enrique López Fernández

Se trata, como ya entiende el lector, de la nueva versión del Misal Romano en las palabras de la consagración, que antes se leían "por vosotros y por todos los hombres" y ahora se leen "por vosotros y por muchos". Aunque, no conforme con la nueva versión y carcomiéndome el tema las entrañas, me había abstenido de terciar en el asunto, porque entendía que doctores tiene la Santa Madre Iglesia, pero el reto que un amigo me lanzó el pasado domingo, día 26 de marzo, en una carta de los lectores publicada en este periódico de LA NUEVA ESPAÑA, invitándome a opinar, me sacó de mi marasmo, obligándome a bajar a la arena. Como aquí se ha escrito por pluma autorizada, en los Evangelios existen dos versiones sobre las palabras de Cristo pronunciadas en la Última Cena a propósito del cáliz: "por muchos" (Mt y Mc) y "por vosotros" (Lc). Fórmula, esta segunda, que recoge también san Pablo en su primera carta a los Corintios. En el texto latino de la edición romana del Misal se yuxtapusieron tradicionalmente las dos fórmulas, dando lugar a un "pro vobis et pro multis", literalmente "por vosotros y por muchos", que la edición española del Misal del Vaticano II tradujo "por vosotros y por todos los hombres".

Cuestionada esta traducción, que se daba también en otros idiomas, por el Papa Benedicto XVI, que la consideraba más como una glosa que una traducción, al final se impuso desde Roma, como obligatoria, la fórmula "por muchos", que también la versión oficial de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española recoge. Supuesto que la palabra "muchos" da a entender obviamente que la sangre de Cristo no fue derramada por "todos", sino sólo por algunos, aunque estos sean muchos, el revuelo que la nueva versión suscitó entre toda clase de gente más o menos interesada es natural y bien conocido.

¿Qué pensar, pues, sobre el tema? Primero, hemos de reconocer que, tratándose de la función salvadora de la muerte de Cristo, como es aquí el caso de la Última Cena, hay varias fórmulas en el Nuevo Testamento: "por muchos" (Mt 26,28; Mc 14,24; Mt 20,28), "por todos" (l Tm 2,6; 1 Cor 15,22; 2 Cor 5,15), "por vosotros" (Lc 22,20; 1 Cor 11 ,24), "por nosotros" (Rm 5,8; 1 Tes 5,10; Ef 5,2; Tt 2,14), "por nuestros pecados" (1 Cor 15,3; Gál 1,4), "por los pecados" (1 Pe 3,18), "por los impíos" (Rm 5,6), "por los injustos" (1 Pe 3,18), "por la Iglesia" (Ef 5,25), "por mí" (Gál 2,20).

El problema lo plantean únicamente las fórmulas "por muchos" y "por todos". ¿Significan lo mismo, o expresan dos valoraciones distintas y hasta opuestas de un mismo hecho, como es la muerte de Cristo, según una versión de alcance universal, "por todos", y según la otra, limitada a un determinado grupo de personas, por más que muy numeroso, "por muchos"? ¿Por todos, o sólo por algunos? En realidad, la disyuntiva es falsa y carece de sentido. Obedece, simplemente, a un desconocimiento práctico de las lenguas aquí en uso: semíticas, por una parte, como son el hebreo y el arameo, e indoeuropeas, por otro lado, como son el griego y el latín. En concreto, el término "muchos", sea con artículo o sin él, que de las dos maneras se usa tanto en griego como en hebreo, tiene un valor semántico distinto, según se trate del hebreo y arameo o del griego. Como dice Joaquín Jeremías, insigne exegeta alemán del siglo pasado y cualificado especialista en arameo, en un exhaustivo artículo sobre el tema en el Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, el vocablo "muchos" tiene con mucha frecuencia en las lenguas semíticas un valor inclusivo, es decir, que la oposición no se establece entre "muchos" y "pocos", sentido exclusivo, sino entre "todos" y "algunos", sentido inclusivo, por lo que "muchos" viene a equivaler a "todos", sea usado como sustantivo, sea como adjetivo, destacándose, por tanto, más la idea de grupo o colectividad que la de número, "pocos" o "muchos".

Así, la expresión "los muchos" es particularmente frecuente en los escritos de Qumrán, donde equivale a "comunidad". De aquí, pues, que, al igual que tratándose de la pasión, se usen las dos fórmulas, "por muchos" y "por todos", indistintamente, también en diversos textos de los Evangelios, donde, refiriéndose a los mismos hechos, encontramos variantes que suponen idéntica equivalencia: "muchos demonios" (Mc 1,34), "todos los demonios" (Mt 8,16);, "curó a muchos" (Mc 3,10), "curó a todos" (Mt 12,15), "muchos se admiraban" (Mt 6,2), "todos se admiraban" (Lc 4,22), "muchos enfermos" (Mt 8,16), "todos los enfermos" (Mc 1,32), "muchos le mandaban que se callara" (Mc 10,48), "la gente les mandaba que se callaran" (Mt 20,31), etcétera.

Pero el caso más ilustrativo de este fenómeno lo tenemos en San Pablo, en su carta a los Romanos, hablando, justamente, del mismo tema de la obra de la redención llevada a cabo por Cristo, en contraposición con la acción ruinosa de Adán, donde en un mismo contexto y refiriéndose a los mismos hechos, utiliza las dos fórmulas como equivalentes: "Por el pecado de un solo hombre (...) pasó la muerte a todos los hombres" (Rm 5,12), "por el pecado de uno murieron los muchos" (v. 15), "por el pecado de uno pasó a todos los hombres la condenación, y así también por la obra buena de uno pasó a todos los hombres la justificación de la vida" (v. 18), "por la desobediencia de un solo hombre fueron los muchos constituidos pecadores, y así también por la obediencia de uno serán constituidos justos los muchos" (v. 19).

Notemos, para concluir, que tal manera de hablar semítica en este tema de la muerte redentora de Cristo se debe, en gran parte, a la influencia de un texto del libro de Isaías, relativo al misterioso personaje del Siervo de Yahvé, que Cristo, sin duda, se aplica a sí mismo en la Última Cena y que tanta influencia tuvo en la especulación teológica de la Iglesia apostólica sobre la muerte de Cristo: "Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores" (Is 53,11-12).

En conclusión, que, lejos de ser una glosa, como repetidas veces se dijo, siguiendo a nuestro querido y admirado Papa Ratzinger, la versión de "muchos" por "todos" representa la traducción más fiel del significado, viniendo a ser la otra una transcripción literal del significante arameo subyacente.

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