¿Alimentación contra el cáncer?
Yo le diría a la doctora Paula Jiménez que eso está muy bien, pero ¿qué hacemos con ese tres por ciento mundial de población que tiene incompatibilidad a un componente llamado Capecitabina de la quimioterapia oral?
No se hacen análisis previos al paciente, por su coste y porque no está en el protocolo. No se advierte al enfermo del riesgo de morirse. Ésa es la realidad. Un pasaje de ida hacia la muerte. Sin aviso, te tomas las dos primeras pastillas y ya estás en la cuenta atrás. ¡Envenenado!
Sí, te mueres envenenado por la medicación que supuestamente te iba a reducir el cáncer para después operarlo.
El enfermo había llevado una alimentación ejemplar. Hacía treinta años que había dejado de fumar, no iba al gimnasio pero caminaba, no bebía alcohol, era ¡feliz!. Doy fe de todo esto, yo, su mujer, que viví junto a él cincuenta y dos años de plenitud en todos los sentidos, hasta el 1 de enero del año pasado. Digo mujer y no viuda, porque seguirá estando conmigo para siempre.
Prevenir, antes que curar. Informar con veracidad al paciente. Es su derecho. No vale decirle que la quimio es muy dura, eso ya lo sabe de oírselo a quien ha pasado por ello, pero... ¿morirse por ella?
A lo mejor, el enfermo, ante esa información, decide hacerse el análisis por su cuenta o espera a pasar el aniversario de boda, o a terminar el último libro que está escribiendo...
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