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La mala educación

16 de Abril del 2017 - Coro Junquera Lantero (Oviedo)

Educaciones. Porque no hay una, sino varias. La que recibimos, la que damos, la que nos hubiera gustado recibir, la que nos gustaría dar a nuestros hijos, la que nos creemos que hemos dado bien, la que fácilmente daríamos a los hijos de los demás...

Pero es tan pesado estar todo el día corrigiendo, estar pendiente de ellos, jugar con ellos, sentarse a charlar con ellos, darles ejemplo... Cuánto más cómodo es dejarles que sean ellos mismos y luego que sea lo que Dios quiera, que generalmente quiere que los tengamos que aguantar maleducados, a los nuestros y a los de los demás.

Les hemos hecho el centro del universo, con lo cual se creen imprescindibles, inigualables y que todo debe girar en torno a ellos. Les hemos dado todo y facilitado todo, estamos pendientes de su educación (escuela y Universidad) como si a la mismísima NASA fueran a ir todos, de que se matriculen, de que no se les pase el plazo, de que sepan idiomas, de que hagan deporte, de que ..., de que..., de que sean felices, de que no tengan traumas.

Pero hablarles de trabajo, esfuerzo, disciplina, ¿eso no es quererles y educarles ?

Enseñarles una palabra imprescindible del vocabulario, "no", ¿eso es traumatizarlos? Ponerles límites y dejar bien claro desde que nacen que somos la autoridad y, por lo tanto, mandamos, y no sus amigos, ¿eso es hacerles infelices?

Llegan a tales extremos a veces las idioteces que hacemos los padres, que pedimos créditos para llevarles de vacaciones o para la primera comunión. Les hacemos la cama, el bocadillo y no les lavamos nosotros los dientes pero poco nos falta. Porque con estudiar y prepararse, ya tienen bastante.

Son la generación más preparada, la que ha tenido más oportunidades, la que habla mejor idiomas, la que viaja más, la que tiene más medios a su alcance, sin límites de comunicaciones. ¿La más egoísta, quizá? No lo sé, y es improcedente generalizar. Porque hay de todo y es de ley reconocer que también es una generación solidaria y comprometida.

Pero cuando leo o veo cosas como que críos de 15 años les tiran las bebidas a la cara a las camareras de tal o cual hamburguesería y aquí no pasa nada, o cuando me bajo del tren e intento salir de la estación pero hay una fila de chavales haciendo "botellón" que los tengo que saltar literalmente porque ellos ni se inmutan, pienso que algo estamos haciendo muy mal y que esto hay que frenarlo.

No creo que cueste tanto, ¿o sí?, a la Policía Local llevarse a los de la hamburguesería a sus casas y contarles a sus padres lo que han hecho, y, puesto que son menores, multarles como responsables subsidiarios o primarios. Porque el bolsillo sí duele, a lo mejor sólo con buenas palabras, todavía el policía tenía que aguantar que un padre le dijera cuatro cosas a él, pero si te tocan el dinero, eso ya es otra cosa.

¿Por qué los ayuntamientos miran para otro lado?, ¿por qué no dan órdenes explícitas a sus policías locales para que mantengan una vigilancia mucho más estrecha sobre este tipo de cosas y otras muchas? Creo que nos lo deberían explicar. Al fin y al cabo, dejas un minuto el coche en doble fila y ya tienes a la grúa, al helicóptero de la Benemérita y casi hasta a los geos poniéndote una multa, como si hubieras empezado tú solito la I Guerra Mundial.

Pero, claro, un coche mal aparcado es muchísimo más importante que un niño (porque sí, son niños) maleducado, borracho, fumao y encima futuro de este país.

Y lo fácil que es luego hablar del comportamiento de los adultos. Pero, ¿qué vamos a esperar, si han sido unos maleducados desde siempre? Y ya no entro en el lenguaje, porque voy a parecer una marciana estirada y yo también digo a veces tacos, pero de eso a que de cada tres palabras, dos sean de las cosas más fuertes que hayamos oído, en fin.

Conversación escuchada por mí a dos chicas sentadas enfrente de mí:

"Joder, tía, hace una calor de su puta madre".

"Hostia puta, para qué habré cogido yo esta puta chaqueta de mierda".

Y sigue por el estilo.

En fin, difícil es. Nadie nos da un manual de instrucciones para ser padres, el ejemplo quizá es lo que más valga a la hora de educar. Siempre vemos lo mal educados que están los demás y no nosotros ni nuestros hijos. Aguantamos carros y carretas de los nuestros, pero cuando un amigo aguanta lo mismo o menos de los suyos, nos asombramos. Hablamos y hablamos, pero luego miramos para otro lado,

desdecimos a los profesores, no enseñamos respeto a los mayores por el mero hecho de serlo (para cuándo volver a que la experiencia y sabiduría del jefe anciano de la tribu era fundamental ), nos ponemos a su servicio y dejamos que nos critiquen abiertamente, no controlamos ni a qué hora llegan de madrugada ni mucho menos en qué condiciones, la palabra castigo está en desuso o medio

muerta.

Principios, valores, educación, responsabilidad, seriedad, respeto, reglas, normas, límites, orden, jerarquías..., volved a esta sociedad o lo tendremos muy crudo.

Y esto no tiene nada que ver ni con creencias, ni con tendencias políticas, ni con ideologías, ni con clases sociales, ni con nada. Esto tiene que ver con lo que tiene que ser y punto. Los experimentos, para los laboratorios, y la realidad hay que construirla día a día y paso a paso.

Claro que hay excepciones, y menos mal que las hay. Pero sí es cierto también que peligrosamente nos estamos acostumbrando a unas conductas, una vulgaridad y unas prepotencias (y ya no sólo en los menores, pero ése es otro tema), que dan miedo, y no consentirlo, no propiciarlo, no defenderlo y no mirar para otro lado es responsabilidad nuestra, que para eso somos los adultos y tenemos que ejercer de tales.

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