¿El candidato de la militancia?
Me hace gracia el sobrenombre de Pedro Sánchez, conocido por todos como Sánchez, que lo hace ver como el guardián de la participación militante. Ese sobrenombre es "el candidato de la militancia". Pero, ¿qué militancia?, ¿la de Susana?, ¿la de Patxi?, ¿la de los indecisos?, ¿la suya?
¿Y cuál es la suya?, ¿la que puso a dedo y le debe lealtad de persona?, ¿o la que abandera lealtad de partido desde la militancia por la militancia? Si es esa militancia, la que usa a Sánchez de heraldo de la participación militante por exclusivo interés de partido, deben de estar francamente decepcionados, a no ser que carezcan de pudor, pues Sánchez reclama la voz de la militancia para sólo hablar él. Ya no es que deje de ir a todas las casas del pueblo, por limitaciones obvias, sino que aprovecha cada acto de campaña para tomar las reuniones con la militancia, la que no le debe nada, como ocasión para silenciarlos y adjudicarse su voz.
Sánchez haría bien en llamarse "el escuchado", pues su ejercicio de despotismo asambleario, "todo para la militancia pero sin la militancia", sólo engaña por la concienzuda fidelidad de sus vasallos, la militancia que le debe el puesto, que han convertido, a modo de propaganda bélica, a Susana y a toda la historia de su partido en el enemigo ideológico, y a Patxi, el que sí recorre los pueblos, en el traidor que debiera deberle algo a Sánchez.
"El escuchado" olvida que antes que él ya hubo voces, más triunfantes en las urnas y más productivas para el país, que han hecho del partido su historia. Historia de un partido en cuyo pasado también está el mismo Sánchez, el cual está empecinado en volver con los oídos de los militantes mudos, sin el abrazo de los líderes autonómicos que ganan elecciones y con la mentira de lo nuevo, lo progresista y lo que interesa a nivel nacional, cuando se trata de alguien que ya es y será ex secretario general del Partido Socialista.
¿Sánchez, el breve?, ¿Sánchez, el zurdo? No. Sánchez, el escuchado.
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