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La villa del "Adelantado"

9 de Enero del 2010 - Jose Fernando Ceballos Castillo (Avilés)

Nuestra ciudad Avilés tiene más de cuarenta mil habitantes y cada día crece más. Pese a la crisis económica que el país vive actualmente en Avilés podemos ver que se siguen abriendo comercios y se sigue apostando por la gente, y es que el nombre la villa del Adelantado le viene que ni pintado. Aquí, el que no corre vuela y aquellos que más poder y nivel adquisitivo tienen reciben un trato preferencial y unos derechos especiales, incluso entre la policía local quienes al verles se detendrán a saludar cual fiel vasallo ante su Rey.

No es de extrañar que en nuestra entrañable ciudad más de uno venga a ella con el fin de aprovecharse de cuanto pueda, visto lo visto. No importa que el ciudadano de a pie pague impuestos o se muestre por ser cívico, aquel que lo intenta, porque también hay alguno que ni para esto se presta, ¿pero se le puede culpar realmente? Aquellos quienes más ejemplo deberían dar no lo hacen, prefiriendo mostrar todo su poder de la mejor manera que les viene en gana. Ocupando, por ejemplo, toda una acera y parte de la carretera poniendo en peligro tanto a peatones como a conductores.

Tal ha sido el caso que se ha vivido hoy, día 28 de diciembre, Santos Inocentes y, válganme ustedes, si como inocentada no está bien ya que, en la Avenida de Cervantes a plena tarde, nada menos que las cuatro y media, tres flamantes vehículos de marcas muy conocidas- y nada baratas- estaban estacionados ocupando como ya dije la acera y la carretera impidiendo que los transeúntes pasaran por allí por haber falta de sitio y que los vehículos que venían en dirección al centro de la ciudad pudiesen circular con normalidad. Incluso un autobús paró ya no en doble fila, en triple, cuando llegó a haber cinco vehículos en menos de diez minutos, uno de ellos aparcado en doble fila. Pero todo este alarde de poderío mercedario y auditario no era por mera casualidad. Una vez el autobús se hubo ido dejando a sus ocupantes de la mejor manera que pudo, un grupo de trajeados individuos salió de un bar cercano charlando amablemente y disfrutando de la que fue, sin lugar a dudas, una comilona en toda regla y se subieron a sus respectivos vehículos cuyos chofers les estaban cuidando con la mayor de las naturalidades, importándoles muy poco si estorbaban o no. Incluso un policía motorizado de nuestra estimada policía local, que pasaba por allí, paró su moto y, con total reverencia, saludó a los allí aparcados siguiendo, en consiguiente, su ruta.

Cualquier ciudadano de a pie que aparque su automóvil en tal manera y se acerque el mismo, u otro, agente de la ley y protector de nuestra seguridad, tras parar su medio de transporte, bajarse y darle las buenas tardes, le diría que tiene que retirar su vehículo inmediatamente, en el mejor de los casos, si no le pide los papeles, le multa y luego, tan felizmente, le retiene el vehículo o le quita puntos según tenga a bien dicho agente.

Y es que hoy, día de los Santos Inocentes, son estos los que se llevan los palos mientras que los amos y dueños de todo cuanto les rodea, incluyendo las fuerzas de seguridad, van y vienen a su antojo oyendo y desoyendo las leyes que están puestas por el gobierno de este país y por la propia DGT como si con ellos no fuera el tema. Ya se sabe, que en esta ciudad de adelantados y de civismo el que no corre vuela y el que no tiene nada, nada vale, salvo para pagar impuestos y servir de felpudo para aquellos que, traje en mano y chofer en puerta, disfrutan del verdadero libre albedrío que sus posiciones y cartera les permiten olvidando, en el mayor de los casos, que si gozan de dicha cartera y de dicho chofer es gracias a esta ciudad de felpudos cívicos y que, como broma para un día como hoy, de pesada tiene mucho, pero de broma tan poco como el espacio que esos dos Mercedes, Audis y Citroën permitían.

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