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El cuélebre de Felechosa

29 de Abril del 2017 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Recientemente, aquí se habló de un cuélebre de dos cabezas en Sobrefoz (Ponga), lo que nos hizo recordar al cuélebre allerano de Felechosa, que fue famoso y conocido por todo el país, difusión que hizo LA NUEVA ESPAÑA. Diremos, ante todo, que el culebrón de Felechosa tenía sólo una cabeza, y su aparición vino casi a coincidir con aquel otro culebrón del Lago Ness, en Escocia, que aterrorizó a las gentes y dio mucho que hablar y escribir, como luego ocurriría con el nuestro. "Que fue pacíficu y buena persona, graciosu y que vino a facemos un gran favor", según nos dijo su "descubridor", aquel gran paisano y persona que fue el grandullón de Luciano, que jugaría después un destacado papel en la importancia que hoy tiene Felechosa, sobre todo en cuanto se refiere a hostelería y restaurantes.

Efectivamente, el cuélebre de Felechosa tuvo una gran difusión por todo el territorio nacional y desde él fueron muchas las gentes que vinieron para tratar de verlo. Citaremos, como ejemplo, a una familia numerosa valenciana a la que nos uniría luego una buena amistad. Manuel Chiveli, parienta e hijos no lograron ver al cuélebre, pero quedaron profundamente cautivados de la zona rural allerana, sus pueblinos y aldeas, sus valles, ríos y montañas, de todo esa rica y asombrosa belleza natural que tiene Aller. De ella se fueron "fartucos", repletos, y también de panchón, fabadina y el clásico "chorizu de casa", que es bocato di cardinale. Recuerdo que cuando Chiveli le preguntó a Luciano cómo era el cuélebre, le respondió que "muy grandón y llargu, pacíficu, pues a mí sonriome y guiñome un güeyu...".

La aparición del cuélebre de Felechosa vino a coincidir también con el fenómeno del turismo, iniciado primero en Torremolinos y luego en Marbella, con aquellas despampanantes y hermosotas suecas, casi en porrica, que dieron el mayor impulso a ese turismo que cambió por completo a una sociedad dormida y anclada en un pasado tontorrón y soporífero. Y ese turismo, con pistonudas suecas o sin ellas, se extendió pronto por todo el país como una metástasis de juerga y folixa. Y del Sur, arrolladoramente, llegó al Norte a Aller, a Felechosa, y su mayor irrupción no cabe duda que fue conseguida por el cuélebre. Las venturosas y felices consecuencias, ahí están. Felechosa, que ayer era un pueblo rico e importante en ganadería, hoy lo es mucho más en hostelería, dotado de bares, cafeterías, sala de fiestas, discoteca, supermercados, tiendas y allí se fabrican o hacen los mejores chorizos caseros, casadiellas, pastas, polvorones y una miel que es famosa también. No exageramos nada, más bien creo que nos queda algo en el tintero.

Felechosa, aldea ayer, es hoy un gran pueblo, dotado de todo, cuyos modernos restaurantes, al cual mejor, son ya famosos en todo el Principado, como sus hoteles y apartamentos, que se llenan en verano y en invierno, tanto como la presencia del Montepío de la Minería asturiana, una gran obra social, ha habilitado en su gran edificio una zona como hotel. Porque en invierno, y con las dos estaciones de esquí de San Isidro, la asturiana y la leonesa, Felechosa se llena hasta la bandera. Y es que Felechosa es el Chamonix allerano, además de enclave para el esquí y el montañismo en San Isidro, cuyo poblado de La Raya completa ese gran puerto nuestro que es un compendio de belleza, encanto, turismo y deporte. Completo como lo es todo en nuestro medio rural, en este paraíso natural que es nuestra Asturias.

Si Felechosa es hoy como lo que acabamos de ver, Luciano nos dijo que todo se debía al cuélebre, y por eso ya elucubraba entonces el hacer o crear algo que lo recordada de alguna manera, idea que ya había comentado con algún vecino, al que le pareció muy bien. "Sí, porque ye mucho lo güei debemos al cuélebre, y de bien nacíos ye ser agradecíos". Luego, el jovial Luciano, seriamente ahora, nos dijo que "bromes aparte, lo del cuélebre ye verdá, yo vilu una mañana, muy tempranín, entre Felechosa y el Pino, y seguro que venía de les Foces". Según Luciano, otros lo vieron también y creo recordar que nos citó algún nombre, como el de Valentín, Maruja, Antón, Xuaco... Bueno, estos son los que tratamos de recordar ahora y que son también "fedetarios", según Luciano, de la aparición y existencia del cuélebre.

Pues bien, recogiendo todo esto que el buenazo de Luciano nos dijera, ¿por qué no se pone en marcha esta idea suya de alguna manera? Salvo mejores criterios y sugerencias, por ejemplo, crear una especie de sociedad que podía denominarse como la Hermandad del Cuélebre, que suena muy bien. Y hasta se podía ir más allá, como crear también el "Felechu de oro" (lo de felechu, naturalmente, va por lo de Felechosa), premio o distinción anual para otorgar a la persona que la Hermandad determine, por los motivos, méritos o lo que sea, en sus bases o reglamento. En definitiva, de lo que se trata es de que este importante y rico pueblo allerano tenga más fama y popularidad y más visitantes y admiradores.

Esta idea seguro que va a suscitar diversos comentarios e interpretaciones, críticas, pero no será por parte de la buena y estimada xente de Felechosa, a la que en realidad va dirigida y es idea de aquel gran paisano y persona que fue Luciano. El cuélebre y él ya son historia en Felechosa.

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